Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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Aportes del psicoanálisis al conocimiento de la mente del niño: El juego

PDF: colas-aportes-psicoanalisis-juego.pdf | Revista: 25 | Año: 1998

EL JUEGO Y SU ESPACIO. ESPACIO MENTAL

Como dije al principio, el enigma de todo ser humano, a diferencia de los animales, es poder desarrollar sus capacidades, que le permitan manejarse, adaptarse y transformar la realidad exterior. Poder ir recibiendo e incorporando, de su entorno inmediato (madre, padre, familia, escuela, …), a través del proceso de identificación. No como algo meramente pasivo, de recibir de otro, sino como una incorporación activa, que le permita al niño sentir que él lo hace.

Es justamente a través del juego, con su fantasía, en la que el niño activamente en diferentes roles y papeles, transforma la realidad según sus deseos, sentimientos, necesidades, etc. Solamente sintiendo que él “trocando la pasividad del vivenciar por la actividad del jugar “(Freud), podrá ir elaborando situaciones dolorosas, así como retener y conservar el recuerdo del objeto y de la relación perdida.

A través del juego, el niño repite innumerables veces, una situación, de forma activa, en un clima mágico, donde controla todo de forma omnipotente. Puede manejar a su entera voluntad la situación, matar y resucitar, castigar y premiar, … Esta cualidad de control mágico y omnipotente, descrito por Winnicott, es indispensable para el desarrollo del juego. Su aparición depende de la relación que estableció con su madre, en las primeras actividades lúdicas. Prestándose ella en su disposición, a permitir al hijo creer que él mágicamente la crea, le pertenece, o cuando se deja controlar por su bebé, como si ella fuese su juguete, en los juegos de tirar y recoger, sonidos, las escondidas, …

Esta experiencia es muy placentera, por la sensación de dominio de la realidad, así como de la situación. En ese momento el niño está ensimismado, parece que está en otro mundo, es un mundo intermedio entre la realidad y la fantasía, no es el mundo real y tampoco el mundo interno, pero los juguetes son utilizados y manejados, según su mundo interno. Las situaciones externas y los objetos están al servicio de sus propios deseos y sueños.

Esta característica permitirá al futuro adulto jugar con su fantasía, tener un espacio de juego interno mental para manejar, enfrentarse a situaciones conflictivas, dolorosas, o satisfactorias. Poder imaginar situaciones que le generen ansiedad o temor, para poder enfrentarse a ellas. Poder jugar mentalmente ante situaciones frustrantes, imaginando algo placentero, o imaginando, diciendo o actuando lo que en la realidad no se pudo, etc. Permite jugar mentalmente con las ideas, con experiencias y sensaciones, intentando juntar, o transformar, siendo la base de la actividad creadora, tanto artística como científica.

En este espacio, se está escenificando el interjuego entre diferentes partes del aparato mental (Ello, Yo y Superyo, 2.ª Tópica de Freud). Existe una interrelación entre la mayor o menor severidad o rigidez del Superyo, con las habilidades y mecanismos defensivos del yo para buscar una salida satisfactoria. El juego permite, por la representación de un papel, u otro, y su interrelación, una disminución de la severidad superyoica y de forma paralela posibilitar un manejo más realista.

Sabemos que esta situación interna, condiciona las relaciones externas, una exagerada severidad o rigidez del Super-yo, da lugar a sentir a los representantes de autoridad (padres, profesores, …), igualmente severos y peligrosos, por mecanismos proyectivos. Deformando la percepción del otro, y limitando por tanto su relación, con aparición de síntomas, angustia, miedo, inhibición, …

EL JUEGO Y EL NO-JUEGO

Siguiendo a Winnicott, lo propio del juego es el desarrollo de un espacio imaginario entre la realidad externa y la interna, espacio donde pueda expresarse mágicamente el poder del control omnipotente de los deseos internos. Pero hay un límite, no se le puede confundir con la realidad.

Justamente el juego desaparece si se le hace demasiado presente la realidad, tanto interna como externa, es decir, si en un juego de ”policías y ladrones”, o “médicos”, aparece intensamente el impulso agresivo o sexual, esto provoca la paralización del juego. Los mismos niños te dicen, “no vale, esto es un juego”, o “me has hecho daño, no juego”. Por otro lado desde una posición externa, excesivamente realista o racionalizadora, no puede aparecer el juego, por ejemplo decir “tú no eres médico”, puede provocar su interrupción.

Existe un tipo de reglas internas que regulan el propio juego, los vínculos y relaciones entre los diferentes elementos del mismo, el juguete, el personaje etcétera, estas normas permiten que se desarrolle el juego de forma placentera, siempre que se respete el espacio imaginario. Existen también reglas externas que reglamentan las relaciones de los diferentes jugadores, regulando la entrada y salida del juego, el lugar o ciertos límites del mismo.

Todo ello puede ayudar a diferenciar de otras actividades que parecen juego y no lo son. Me refiero al Juego y actuación, donde falla el elemento simbólico del juego o del juguete, por la aparición muy intensa del impulso, sacado realmente, convirtiéndose en una descarga motriz inmediata. El juego es una actividad diferida por el uso del símbolo, se juega “como si”, mientras que en la actuación la intensidad del impulso busca la realización inmediata, sin demora. Estos niños no saben jugar, se aburren, miran a otros jugar, buscan participar y provocan ser expulsados. No pueden encontrar una vía para la exteriorización de sus fantasías. Juego y actividades funcionales, en estos casos los niños tienen poca capacidad de fantasear, son actividades carentes de imaginación. Muchas veces con un valor social o educativo, faltando el componente afectivo y de fantasía, necesario para toda relación social.

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