Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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Presentación de un caso clínico de una niña prematura tras 5 años de tratamiento: Ana quiere ser una princesa

PDF: villanueva-caso-clinico-nina-prematura.pdf | Revista: 41-42 | Año: 2006

Susana Villanueva Suárez
Psicóloga

Comunicación libre presentada en el XIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente (SEPYPNA) que bajo el título “Relaciones cuerpo-mente: Manifestaciones psicosomáticas en la infancia y la adolescencia” tuvo lugar en Ibiza del 12 al 14 de octubre de 2006.

En esta comunicación quiero presentar el caso clínico de una niña prematura que hoy tiene 5 años, donde se aprecia un antes y un después en la evolución de la paciente al producirse un cambio de metodología en la intervención por parte de la terapeuta, que soy yo. La intervención se comienza en un marco cognitivo-conductual y gira hacia un marco dinámico provocado por mi nueva formación dinámica, en concreto el curso de Formación básica y continuada en Psicología evolutiva, Psicopatología y Psicoterapia de niños y adolescentes.

Es mi idea explicar por qué y cómo se produce este cambio. Quisiera reflexionar con los profesionales que trabajamos en el entorno de la salud y de la educación infantil, sobre la prevención y la intervención que realizamos en las familias cuando aparece una variable no esperada en torno al nacimiento del niño o durante su crianza, que produce un desequilibrio y obliga a una reestructuración de la dinámica familiar.

La constitución como individuo se da dentro de una relación afectiva y desde el nacimiento. Es la madre (o figura materna), en su relación con el bebé, la que hace posible que el bebé se organice y estructure psíquicamente. Ante ciertos problemas en el embarazo, parto o posparto, la medicina tiene los medios para que ese niño se cure y pueda tener un desarrollo sin secuelas a nivel fisiológico y neurológico. Sin embargo, en el mismo momento del nacimiento y no después, comienza el desarrollo psíquico.

Deberíamos permitir una intervención psicoterapéutica para facilitar, prevenir y ayudar a crear un vínculo afectivo “suficientemente bueno” madre-hijo desde el mismo nacimiento para evitar patologías, en muchos casos irreversibles, por no haberse podido producir esta relación “suficientemente buena”, como dice Winnicott.

Ana es una niña prematura de 32 semanas de gestación que presentó una infección a nivel cerebral que la mantuvo en la UCI durante un mes. Se la tuvo que entubar durante unos días. Estuvo hospitalizada un total de dos meses. Se piensa que esa infección afectó gravemente su proceso de maduración neurológica presentando retrasos en los hitos evolutivos del desarrollo. El retraso era más importante en la relación empática y en la comunicación.

A continuación destaco algunos puntos importantes que se detectan en la primera entrevista:

Mientras Ana está en la UCI la pueden tocar, pero no la pueden coger hasta que sale de la UCI.

Desde el principio les comunican a los padres la posibilidad de que se muera, de que queden lesiones graves y/o de que pueda sufrir una parálisis cerebral.

Los padres hablan de la angustia que les producía toda la situación. Lo que más les costó, dicen, fue enfrentarse al peligro de muerte.

En un principio, pese a haberse salvado, no les aconsejan atención temprana pues estaba desahuciada. Al cabo de 4 meses, esta opinión, afortunadamente, varía y es derivada a atención temprana.

Entre la pareja existe muy buena relación y comunicación y han podido hablar de sus sentimientos y se han apoyado mutuamente.

Ana tenía 8 meses cuando yo la valoro. Los padres me trasmiten que Ana ignora la presencia de los padres. Esto les hace sufrir puesto que ellos dos son muy afectivos. Es a partir de este momento cuando yo comienzo el tratamiento con Ana.

Ana demuestra ser una superviviente. Se esperaba poco de ella. La muerte estaba muy presente desde su nacimiento, algo que posiblemente ella no podía digerir. Es posible que sólo sintiera dolor. Dolor que sentía con los instrumentos y técnicas médicas que luchaban por salvarla. Dolor y miedo que también sufrían su madre y su padre. Posiblemente mirar, abrirse hacia afuera era muy doloroso y para poder vivir, miró hacia su interior y luchó por vivir.

Este miedo a la muerte de su primera hija bien podría haber provocado inconscientemente, un desenvestimiento del objeto por parte de los padres para que el sufrimiento, ante lo inevitable, una muerte anunciada, fuera menos doloroso (en un principio).

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