Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

Teléfono: 640 831 951sepypna@sepypna.com
Domicilio social: C/ Sta. Isabel, 51 - 28012 Madrid
Aula formación: C/ Montesa, 35 - 28006 Madrid

Catalina nunca duerme sola

PDF: hayez-catalina-nunca-duerme-sola.pdf | Revista: 37-38 | Año: 2004

SESIÓN SIGUIENTE, DESPUÉS DE 15 DIAS: CATALINA SOLA; LUEGO, CATALINA, JULIÁN Y SU MAMÁ

  1. Cuando recibo a Catalina sola, un poco triste, confirma una especie de statu quo. Ella estima que muchas dimensiones de su vida se desarrollan bien, pero, en lo que concierne a su comportamiento nocturno, todavía es el canapé a “1 cm y ½ de mamá”.

    Le decimos nuestro sentimiento de sorpresa al escucharla, ya que no le pedimos nada y deseamos solamente que se sienta en paz. En respuesta a lo cual, ella confirma su deseo de ir a dormir con su hermano; hablamos entonces de las dos Catalinas, la que se siente bien cerca de mamá, la noche y la que quisiera más autonomía, pero que está como paralizada. Ella acepta esto, bastante pasiva, con una pobre sonrisa. Habla vagamente, para justificarse, de que piensa todavía a veces en su abuela, pero sin poder decir más. Se nos ocurre una idea, que la planteamos y que parece gustarle: puesto que hay dos Catalinas “la una siempre satisfecha y la otra insatisfecha”, ¿por qué no decidir permanecer a dormir cerca de mamá una noche e ir a dormir al cuarto de niños la noche siguiente?; la idea de esta alternancia ritualizada parece gustarle y promete intentarlo.

  2. Recibimos luego a Catalina, su mamá (y el pequeño Julián de 5 años, que las acompaña: !son las vacaciones escolares!). La mamá habla primero de algunas generalidades positivas sobre Catalina, luego, muy rápido, señala que la niña está un poco más tensa y depresiva después de la vez anterior, pero que el padre, también está un poco más molesto con respecto a todos aquellos límites e imperfecciones de la vida familiar “él no soporta nada”. Entre otras cosas, él comienza a llamar de nuevo la atención a Catalina por sus comportamientos nocturnos.

    Hay que añadir que habíamos perdido un poco de vista que los dos niños, al unísono, exigían que su madre los acompañe a las 9 de la noche y se meta en la cama. De lejos, el padre “se atormenta”, y entonces ellos “suben” solos, gimiendo primero y luego terminando por calmarse. ¡Habíamos subestimado la existencia de esta dimensión más tiránica, más captativa que emanaba de los dos niños! Intentamos que la madre hable sobre esto, pero se limita a decir, con algunos detalles todavía, que se siente la esclava de todos y que no puede pensar en ella misma, empujada entre el mal humor reinvindicador y la pereza de unos y de otros. ¿Por qué entonces, dejarse tratar de tal forma? Nos expresa un temor de abandono, sin poder elaborarlo bien (“Mi esposo podría hacer las maletas y partir. Él me amenaza con hacerlo”) (5):

    El tiempo había pasado rápidamente, así que no tuvimos el tiempo para elaborar mejor la reflexión. Escribimos una carta, para leer en voz alta en familia, donde les invitamos a todos a establecer diálogos para escuchar las necesidades de los unos y de los otros; también les proponemos un compromiso con respecto a la situación de endormecimiento, complicando un poco lo que había sido discutido con Catalina sola: proponemos, con una alternancia de 4 días, un rito donde los niños duerman juntos o no, y donde la mamá los acompañe a veces a las 9 de la noche y a veces no. Nuestra intención es más la de explorar el impacto de esta idea, que exigir la obediencia. Finalmente, pedimos que el papá les acompañe la vez siguiente.

SESIÓN SIGUIENTE, DESPUÉS DE 15 DÍAS: CATALINA SOLA; LUEGO, SUS PADRES SIN ELLA

  1. Con ciertos matices, el encuentro con Catalina se desarrolla del mismo modo que los anteriores.
  2. Dedicamos la parte más importante de tiempo de la sesión a sus padres. La crisis de la pareja está bien presente: a veces, el padre quisiera imponer su estilo, más directo y autoritario que el de la madre –en todo caso un poco más– por ejemplo, invitando enérgicamente a los niños a ir a dormir a las 21 horas; él se acuerda que así sucedía durante su propia infancia: sus hermanos, cuatro varones, estaban bien reglamentados por sus dos padres y tenían “un miedo horrible” a su padre… todo esto contado con una mezcla de fatiga, depresión y timidez, a lo que añade por otro lado que él no está mucho en casa. En cuanto a la madre, ella fue hija única, la princesa mimada de una madre muy diligente… diligente y dedicada tanto a su hija como a su marido, que rescatado de los campos de concentración nazis, debía ser manejado. La madre entonces, se dejaba “tiranizar gentilmente”, como lo hacía su propia madre, pero al mismo tiempo se queja. Desgraciadamente, es más fuerte que ella: si uno de los niños deja tirado un vestido, ella se precipita para arreglarlo, interponiéndose entre el niño y la respuesta que va a surgir en la boca del padre.

    De todo esto, los padres hablan con simplicidad y buena voluntad, uno en frente del otro, en el ambiente de introversión depresiva ya señalado. Les motivamos a decir más, haciendo remarcar la insatisfacción en la cual cada uno se encuentra por el momento: en el padre, insatisfacción de no ocupar bastante espacio y de ver a su esposa “comida” por los niños y poco disponible para el… en la mamá, insatisfacción de ser abusada por todos en lo cotidiano; nosotros añadimos que estas insatisfacciones podrían probablemente reducirse, a través de una reformulación de sus actitudes, y que estamos preocupados por su pareja de adultos, donde parece que comienza a instalarse demasiado vacío: la noche a partir de 9 h., la madre deja el salón como “aspirada” por sus hijos que la llaman. Formulamos incluso la hipótesis complementaria que el comportamiento de Catalina también podría significar que se ha dado cuenta de una tensión alrededor de la cercanía corporal de sus padres y que quiere protegerlos.

    Como los padres juran que se entienden bien y que es mejor enfocarse en un acercamiento de su pareja, les motivamos a realizar algunas modificaciones concretas en sus hábitos parentales. Buscando juntos, se ponen de acuerdo sobre lo siguiente:

    • El padre ejercerá más explícitamente una función de autoridad en dos campos: la ida a la cama de los niños y una mejor reglamentación de su participación en la gestión de la vida cotidiana (levantar la mesa, arreglar…).
    • La madre permanecerá más tiempo en el salón la noche, cerca de su esposo. Ella intentará meter en la cama a los niños una media hora más temprano: de tal forma que si ellos se retiran a 20,30 h. (en lugar de 21 h.) y que ella misma va a acostarse a las 21,45 h. (porque está cansada), la pareja podrá beneficiarse cada noche de una hora de intimidad.
    • En cuanto a la adicción de Catalina, todavía se decide dejarla en suspenso; sugerimos que el padre, que se había enojado con respecto a esto las semanas anteriores, levante la sanción que había anunciado (“no al campo de jóvenes en Pascua, si eso dura”) (6), y que se vuelva a decir a Catalina que solo ella puede decidir hacer un progreso. Si ella, un día, desea ser ayudada por una actitud más firme de la parte de sus padres, éstos estarán más atentos a esto (7).

Organizamos igualmente la sucesión de dos citas siguientes: en quince días, Catalina y su mamá vendrán para hablar de su pasado común; quince días después, se hará una evaluación sobre las resoluciones que acaban de ser tomadas.

Páginas: 1 2 3 4 5 6 7

Subir