Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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Amor, odio: creatividad. A propósito de la obra de M. Rodoreda

PDF: donato-amor-odio-creatividad.pdf | Revista: 29 | Año: 2000

5. RODOREDA Y SUS HEROÍNAS.

Dicho todo esto nos adentraremos en el aspecto más concreto de la obra de M. Rodoreda.

Ilustración 12: Foto de M. Rodoreda.

Citaremos solo unos párrafos de sus obras, para mostrar como el odio y la destructividad animaban algunas de sus creaciones. Nos apoyaremos en la correspondencia íntima mantenida durante años con Anna Murià y en la biografía publicada por M. Casals, donde se ponen de manifiesto muchos de los sentimientos de odio y destrucción que M. Rodoreda guardaba para con alguno de los suyos y con su amante A. Obiols.

A través de los fragmentos de sus novelas más famosas explicaremos la concordancia con aspectos de su vida íntima. Es evidente que la obra de un autor es fruto de su mente, pero lógicamente esto no quiere decir en absoluto que lo represente totalmente. Así mismo nos lo dice Rodoreda: “en todos mis personajes hay características mías, pero ninguno de los personajes no es yo…” (Rodoreda 1982). Ahora cuando desgraciadamente Rodoreda se ha ido al mundo de las representaciones dejando el de la realidad, cuando Rodoreda convive con Natàlia, Aloma, Teresa Goday… podemos hacer un intento de aproximación a ella misma, sirviéndonos de tres fuentes: las novelas, las cartas a Anna Murià y la biografía publicada por M. Casals. Quizás ahora nos es permitido ver las relaciones íntimas entre ella misma y sus protagonistas y como los conflictos de estas también fueron de alguna manera los de ella. El “espejo roto” que eran sus protagonistas a nuestros ojos vuelve a tomar una imagen unificada gracias a sus cartas. Sentimos una cierta serenidad al poder tener una visión más globalizadora de la producción rodorediana. Por ello estamos profundamente agradecidos a ella y a Anna Murià porque han posibilitado continuar una investigación iniciada ya hace bastantes años. (Poch y Planas 1987). La admiración y el respeto por la autora habrán de guiarnos en este trabajo.

Estudiaremos tres aspectos:

  1. Rodoreda vive y narra el odio como vínculo: su relación con A.Obiols
  2. Rodoreda vive y narra la maternidad.
  3. Rodoreda vive y narra el sado-masoquismo y la muerte de los sentimientos

A Rodoreda vive y narra el odio como vínculo: su relación con A.Obiols

Obiols era el amante de M. Rodoreda durante el exilio a raíz de la guerra civil española.

Ilustración 13: Foto de M. Rodoreda y A. Obiols en el exilio.

Durante la agonía de A. Obiols, Montserrat Casals i Couturier (1991) nos explica (pág. 304):

“El comportamiento de Merçé era extraño, se alojaba en uno de los mejores hoteles de Viena y se vestía como si en lugar de ir a un hospital a visitar a un moribundo fuera a una fiesta, con ropa extremada y siempre muy bien peinada. A Obiols le molestaba aquella bien intencionada comedia. Incluso se lo reprochaba con insultos. Tenía excusa: ”desvaría” decía ella”

Los hechos narrados por la autora transcurren durante el verano de 1971, entre junio y agosto. Aparecen registrados en un dietario de M. Rodoreda donde describe el progresivo deterioro de A. Obiols. Acaba el día del entierro. M. Rodoreda robó algunos de los documentos del moribundo, que se dieron por perdidos hasta que se encontraron en el domicilio de Rodoreda al fallecer ésta.

Por esas épocas durante la enfermedad de Obiols aparecen en el dietario mencionado las últimas revisiones de Mirall Trencat (Rodoreda, 1982)

Veamos algunos fragmentos de la actitud de Sofía Valldaura frente a la muerte de su “odiado” esposo.

“…derecha, al pie de la puerta Sofía lo miraba. Toda de negro, serena, alta, delgada. Con los cabellos peinados hacia atrás y recogidos hacia arriba, tal como los había tenido siempre. Sin permitir que le cortasen ni uno….

Sofía se sentó a mirar al muerto. También comió y además tomó dos tazas de café caliente. Comía despacio, hablando con Masdeu, con el busto erguido, con el meñique separado de la taza cuando bebía como si estuviera en lo alto de un escenario y todo un público la estuviera mirando. ¿El muerto? En aquella casa lo había estado desde el primer día, desde la primera noche. ¿Una guerra su matrimonio?. Más bien una indiferencia. Y ahora ella estaba allí sentada y el que estaba echado era él y había muerto como todos. Telón” (4).

Respecto al robo aparece otro fragmento en el personaje de Teresa Valldaura de la misma novela.

“Era ella. Teresa Valldaura, esposa de Salvador Valldaura, quien había quitado la perla de la corbata del muerto. Se la había clavado en el corpiño antes de salir de la biblioteca y no la encontraría nunca nadie. La regaló a Amadeu y en sus encuentros apasionados la arrancaba de la corbata de su amante con los dientes” (5).

B. Rodoreda vive y narra la maternidad

Rodoreda tuvo un hijo, fruto de las relaciones con su tío (hermano de su madre). Al exilarse lo abandonó, el niño tendría 4 ó 5 años. Murià nos explica: “Ella tenía muy pocos sentimientos maternales… No la ilusionó el nacimiento de su hijo, más bien la estorbaba. Lo tuvo sobre los 19 años, no estaba angustiada por haberlo dejado. Con Obiols tampoco se planteaba tener un hijo” (6).

Todo ello se reflejó en su obra. Así el ambiente recluido e incestuoso de las relaciones de uno de sus personajes, Aloma, con el hermano de su cuñada, nos recuerda las relaciones de Rodoreda con su tío. La maternidad empobrecedora aunque aceptada con sometimiento nos transporta al conflicto de la propia maternidad de Rodoreda. Conflicto que queda eflejado en casi todos los personajes femeninos de sus novelas (abortos repetidos de Cecilia en el Carrer de las camèlies, el abandono de su hijo por parte de Teresa Goday en Mirall Trencat, las ideas asesinas y suicidas de Natàlia en la Plaça del Diamant, etc.).

Para Rodoreda la maternidad es un trauma, una deformación que la envejece y la anula. Queda poco lugar para los sentimientos de estar dando vida.

En La Plaça del Diamant (Rodoreda, 1976. pág. 394) Natàlia dice durante su embarazo: “…y sólo faltaba que me ataran un hilo en la pierna y me enviasen a volar.”

Veamos un momento estremecedor de la Plaça del Diamant: Es el momento en que Natàlia, Colometa, durante la pobreza de la guerra civil decide matar a sus hijos: “Sólo me hacía falta comprar el salfumant. Cuando durmiesen, primero el uno y luego el otro, les metería el embudo en la boca y les echaría el salfumant dentro y luego me echaría a mi misma, y así habríamos acabado y todo el mundo estaría contento…” (7).

C Rodoreda vive y narra el sado-masoquismo y la muerte de los sentimientos

Para acabar, queremos ilustrar con unas viñetas como Rodoreda, llevada por el odio hacia su amante, crea situaciones novelísticas donde el sadomasoquismo y la muerte quedan representados con toda contundencia.

Dice a su amiga: “¿el amor? no lo quiero ni con minúscula, ni con mayúscula. Es un juego que a mí me decepciona. Nunca sé si gano o si pierdo… lo que realmente tengo es un enemigo… es el hombre al que quiero” (8) De ahí inicia un proyecto de novela: Vino negro. Explica el argumento en una carta a su amiga Anna: “En una fiesta una mujer derrama unas gotas de vino sobre el brazo de un hombre. Estas manchas sobre su piel no le dejan vivir. Acabarán siendo amantes, pero esta pasión le apartará de la esposa y sus hijos, por ello acaba matándola”

Un año después escribe a su amiga…”Quizás acabaremos con un duelo a la americana persiguiéndonos por un bosque con un revolver en la mano” (9).

En El Carrer de las Camélias Cecilia Ce, la protagonista se sitúa progresivamente en situaciones denigrantes de prostitución y sado-masoquismo. La heroína dice: “Me cogió del cuello con las dos manos y me dio un beso en la boca y yo le mordí con rabia y el me dio una bofetada. Para que no lo vuelvas a hacer…Bonita”. Su partner le dice “Cambiaremos a Cecilia, la vestiremos, la haremos reír y la haremos llorar” (10). A partir de ahí Cecilia queda recluida en el piso que Marc (su amante) ha alquilado para ella. Se inicia una tortura psicológica y física digna del mejor “thriller” americano que la va anulando y enloqueciendo. La obligan a alcoholizarse y abusan sexualmente de ella en varias ocasiones varios amigos de Marc. Ella va degradándose viviendo en un mundo de alcohol donde los límites entre lo onírico y la realidad van desdibujándose vertiginosamente. Queda embarazada. Su amante le pega una paliza descomunal y de un rodillazo en el vientre le provoca el aborto. Seguidamente la abandona en una calle estrecha y miserable con una cruz de brillantes clavada en el cogote. Cuando Cecilia C se recupera después de su ingreso en el hospital e intervención quirúrgica, decide continuar su profesión; esta vez será una prostituta de lujo y se dice a sí misma: “El vientre no cuenta, el pecho no tiene precio, el corazón a guardar” (11).

Esta es la solución que se propone en las relaciones más perversas. Excitación, locura por unos minutos y ningún compromiso. Son relaciones donde se enseñorea la frialdad, el triunfo y el desprecio hacia el objeto.

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