Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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La patología narcisista hoy

PDF: kernberg-patologia-narcisista-hoy.pdf | Revista: 13-14 | Año: 1992

Narcisismo infantil

El primer grado de narcisismo patológico como les dije, es el narcisismo infantil, que existe en toda la patología de carácter, en todas las neurosis, por cuanto todos los conflictos neuróticos se basan en una fijación de conflictos infantiles, entre impulsos infantiles y el SuperYo infantil. Puesto que el SuperYo infantil mantiene demandas y prohibiciones infantiles, la autoestima infantil depende de valores infantiles y por tanto el narcisismo infantil no es el mismo que el del adulto, y toda patología neurótica contiene también una patología narcisista en el sentido de una fijación a ese narcisismo infantil. Ejemplo: una niñita de cuatro años se siente muy bien porque está limpia y no tiene ninguna conducta mala sexual y no se masturba. Eso está bien para una niñita de cuatro años, una mujer de 30 años que se rige según estos principios, tiene muy mala situación en la vida real. En este sentido, el narcisismo infantil es una problemática envuelta en el mantenimiento inconsciente de los valores infantiles del SuperYo, en contraste con los valores adultos. Pero esto es una patología no específicamente narcisista.

Más específico, pero a un nivel intermedio de gravedad: la inversión de roles entre sí mismo y objeto, que Freud describió como patología narcisista en su famoso trabajo de 1914, en aquellos homosexuales masculinos que quieren a otra persona como si fuera ellos mismos, mientras ellos se identifican con un madre y quieren a su pareja homosexual como quisieran que la madre los hubiera querido a ellos.

Existe ahí una patología narcisista, un amor narcisista, se quiere a la otra persona que se representa a sí misma, pero al mismo tiempo, en cuanto a que uno se identifica con el objeto de este Yo proyectado, actúa una relación de objeto, si bien con roles inversos, el Yo en el rol de objeto, el objeto en el rol del Self.

Estos son casos relativamente poco frecuentes pero que vemos donde hay un amor narcisista pero también existe la capacidad de relación de objeto, de investidura de objeto, y en el fondo no es una patología mucho más grave que la patología general neurótica.

A propósito, metámonos en enredos metapsicológicos para decir que la clasificación de Freud del amor, en amor anaclítico o dependiente y amor narcisista, es una clasificación muy cuestionable, como Laplanche lo ha descrito brillantemente en su análisis. Si decimos que en el amor anaclítico, por ejemplo, un hombre ama a la mujer que lo alimenta o al hombre que lo protege, o a sus sustitutos, es decir que en el fondo se ama a la persona porque lo va a gratificar a uno, es un amor narcisista al mismo tiempo. Y cuando hablamos de amor narcisista, en el cual se ama lo que uno era, lo que uno quisiera ser, o alguien que era parte de uno, hay una relación de objeto y uno se identifica con el objeto. Cuando decimos que los padres aman al bebé, la relación de objeto primaria es, al mismo tiempo, una relación narcisista.

A medida que examinamos estos conceptos, tenemos que llegar a la conclusión de que narcisismo y relación de objeto, investidura de sí mismo e investidura de objeto, normalmente son indisolubles, no pueden separarse y que hay una oscilación, una alternancia constante entre investidura de sí mismo y de objeto: y veremos que esta realidad se nos confronta una y otra vez.

Para adelantarme a lo que pasa en las estructuras narcisistas: no es simplemente que se aman a sí mismos y no pueden amar a los demás, sino como decía Van de Waals “ se aman muy mal a sí mismos, al mismo tiempo que muy mal a los demás”, y esto me lleva a la personalidad narcisista.

Personalidad narcisista

Es el tipo más grave de patología narcisista, la única patología narcisista que Freud no describió y que hoy en día tiene enorme importancia. Primero, porque es muy frecuente: pensamos que hasta un 30% de las patologías graves de carácter tienen esta estructura narcisista en un grado significativo; segundo, porque esta patología narcisista afecta profundamente, hasta en los mejores casos en que no hay mucha patología temprana, la capacidad de relaciones de amor, una función fundamental de la vida; y tercero, porque las estructuras narcisistas tienden a provocar fenómenos de grupo, psicología de masas, y tienen una proyección sociológica muy importante. Es una aplicación del psicoanálisis, pero muy importante, porque, si ha habido un nuevo desarrollo en la técnica psicoanalítica en los últimos 30 años, es la capacidad de tratar estas estructuras, de cambiarlas, de mejorarlas y transformar profundamente el destino de los individuos comprometidos.

En forma brevísima, lo esencial de la personalidad narcisista, es que no logra integrar ese Yo normal que les describí como parte de la definición de narcisismo normal, sino a base de graves conflictos entre amor y odio, conflictos derivados fundamentalmente de una condensación entre conceptos preedípicos y edípicos, pero con un predominio de agresión preedípica. No logra integrar ni un Yo (o Self) normal, ni representaciones integradas de objeto normales. Se mantienen las escisiones profundas del Self y de los objetos internalizados y, como defensa secundaría, se establece un Yo grandioso patológico, a base de la condensación de imágenes idealizadas de uno mismo e imágenes idealizadas de objetos externos. O sea: los componentes idealizados de sí mismo y del objeto que, normalmente, o se integran en un Yo en que lo idealizado, lo bueno y lo malo se integra, o en un SuperYo, que integra idealizaciones (el Ideal del Yo) con las prohibiciones del SuperYo, en vez de este proceso normal, todas las idealizaciones se acumulan en este Yo patológico grandioso con varios efectos nefastos, que veremos a continuación.

Las estructuras idealizadas del SuperYo no logran integrarse, predominan las estructuras agresivas persecutorias del SuperYo, que a su vez son difíciles de tolerar y se reproyectan, lo que produce una debilidad del SuperYo, pérdida de la función normal del SuperYo de proteger el narcisismo del Self. El Self es un Self patológico grandioso que está en peligro constante de chocar con la realidad, en la cual uno no es el rey del mundo en todas las relaciones con los demás y, al mismo tiempo, la falta de integración de relaciones de objeto internalizadas, empobrece las representaciones de objeto, el mundo interno de los demás en el corazón de uno, con la absorción de los aspectos idealizados de los demás, y la reproyección de lo indeseado, lo malo, lo persecutorio de los demás a objetos exteriores que a su vez son desvalorizados. O sea, hay un empobrecimiento del mundo de relaciones internas de objeto, un Yo patológico grandioso desnudo como quien dice, en cuanto a su necesidad y capacidad de gratificación narcisista, y se produce entonces un peligro grave y constante de la autoestima, que fluctúa entre una grandiosidad habitual y repentinas quiebras, con profundos sentimientos de inferioridad, de desesperación como es frecuentemente descrito en la patología de la personalidad narcisista.

Desde un punto de vista psicodinámico, un elemento central descrito originalmente por Melanie Klein y después por Herbert Rosenfeld, es la manifestación de agresión preedípica en la forma de un afecto dominante que es la envidia. Sin necesidad de estar de acuerdo con la teoría kleiniana de una capacidad innata de envidia, podemos estar de acuerdo en que la envidia, tanto consciente como inconsciente, es una emoción central en las estructuras narcisistas. La formación de un Yo patológico grandioso protege a estos individuos contra la envidia inconsciente, insuficientemente, sin embargo, porque, en general, sufren de envidia conscientemente. Pero mucho más allá de lo que sufren conscientemente de envidia, está la envidia inconsciente, y en el tratamiento analítico, como saben ustedes, primero tienen que enfrentarse con el aumento del sufrimiento y de la consciencia de envidia.

Resumiendo, desde un punto de vista clínico, las personalidades narcisistas se caracterizan por: un amor patológico de sí mismos con grandiosidad, una sensación de tener derechos de privilegio, exhibicionismo, exageración de la importancia de las aspiraciones personales, dependencia excesiva de admiración de los demás, superficialidad personal por la falta de integración en profundidad del sí mismo y de representaciones de los demás, y esta oscilación entre grandiosidad e inferioridad, que les mencioné.

Desde el punto de vista del amor de los otros, un amor patológico caracterizado por tendencia a idealizaciones transitorias, devaluación, tendencia explotadora, incapacidad de depender (porque necesitan que los admiren, pero no pueden realmente depender por no poder tolerar profundamente el hecho de necesitar a aquellos de quienes dependen), falta de empatía con los demás, dificultad en someterse a relaciones en profundidad y, por la falta de integración del super Yo normal que ya les mencioné.

Manifestaciones de patología del SuperYo que, en los casos relativamente leves, se ven en su incapacidad de experimentar tristeza, añoranza, y, si es que se deprimen, es una desesperación profunda, y primitiva, tendencia a graves alteraciones del estado de ánimo, predominio de una cultura de vergüenza sobre una cultura de culpa (no roban, no por culpa, sino por temor a que los pillen y a la vergüenza de ser pillados) y de valores infantiles, es decir, ver su superioridad asegurada por la belleza física, lo hermoso de la vestidura, por propiedad de objetos brillantes y hermosos, todo lo que convencionalmente pudiera darles la admiración de los demás. En resumen, las manifestaciones de un SuperYo de valores infantiles.

Estos son rasgos relativamente leves de patología del SuperYo, pero hay ciertos casos de patología narcisista en que existe un grave alteración del SuperYo, más allá de lo que les he descrito. Estos son pacientes en que hay franca conducta antisocial y en que la agresión que normalmente está reprimida, disociada o proyectada en las estructuras narcisistas que funcionan mejor, vuelve, infiltrando el Yo patológico grandioso.

En las estructuras narcisistas menos graves, el Yo patológico grandioso, investido con libido, defiende al individuo efectivamente contra la agresión, excepto cuando graves ataques a la autoestima, heridas narcisistas, producen estados momentáneos de rabia. Pero en los casos más graves, hay tanto un deterioro más grave del Super Yo como una infiltración del Yo patológico grandioso con agresión.

La causa común de estos dos desarrollos es un predominio cuantitativo mucho mayor de agresión en los conflictos inconscientes profundos, una envidia mucho más profunda y destructora, y un predominio, no sólo de una emoción de envidia sino de odio, como la estructura caracterológica más profunda. Nos encontramos aquí no sólo con la psicopatología de la envidia, sino con la psicopatología del odio, y vamos a tener que hablar un poco sobre la psicopatología del odio.

Como consecuencia de este predominio de la agresión, menos se tolera el SuperYo prohibitivo, que sería extremadamente sádico, y se le proyecta en forma de tendencias paranoides. El SuperYo se debilita, tolera la conducta antisocial, hay tendencias paranoides, la agresión invade el Yo patológico grandioso y se produce una autoadmiración en cuanto a la agresión, ya no es simplemente ser el individuo más guapo, más rico, que tiene los coches más nuevos y brillantes, sino el más cruel, el que tiene menos miedo al dolor, a la muerte, a la herida y se produce una agresión egosintónica, un sadismo caracterológico que puede estar también dirigido contra sí mismo, en el sentido de una autodestructividad, con el orgullo de que uno no tiene temor a la muerte, a la enfermedad, a la herida. Por el contrario, está por encima de todos los comunes mortales que temen a estos desastres, y encontramos tendencias automutiladoras crónicas, en vez de un sadismo caracterológico o en combinación con sadismo caracterológico.

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