Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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Las psicosis infantiles en la consulta de pediatría

PDF: pombo-psicosis-infantiles-consulta-pediatria.pdf | Revista: 41-42 | Año: 2006

Antonio Pombo Sánchez
Médico – Pediatra. Psicoterapeuta de niños y adolescentes. C. S. Fontiñas. Servicio Galego de Saúde. (Sergas). Santiago de Compostela

Ponencia presentada en el XVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente (SEPYPNA) que bajo el título “Psicosis Infantil. Una Mirada Actual” se desarrolló en A Coruña del 20 al 22 de octubre 2005.

La observación directa es el principal medio de observación del pediatra. Su ubicación le permite ver y observar al niño y su entorno en situaciones privilegiadas y con continuidad en el tiempo. La consulta pediátrica es fuente de enseñanza para quien sepa ver y oír.

El trabajo psicoterapéutico del pediatra es también original. No es una psicoterapia en el sentido de “un reacondicionamiento de las organizaciones pulsionales y las relaciones objetales”, la relación es siempre triangular: niño-padres-pediatra, y aparece investida de una cualidad transferencial cuyo conocimiento contribuye a la posibilidad de manejar sus aspectos positivos y negativos.

El acceso al cuerpo del niño tiene variadas connotaciones: la aceptación del cuerpo enfermo y sus anomalías, la atención al desarrollo evolutivo y afectivo del niño y la habilidad para explorarlo y manipularlo –la mano amiga y experta–.

Muchas veces, afirma L. Kreisler, el sólo planteamiento del problema puede tener valor curativo: el médico que plantea el diagnóstico del “cólico de los tres meses” o el diagnóstico del “espasmo del sollozo” desactiva un drama y al mismo tiempo sitúa el trastorno en su dimensión real que es la de una relación conflictiva, abriendo así la vía a una resolución de lo que muchas veces la familia del niño vive como un auténtico drama.

La paciencia para escuchar, la capacidad para entender un gesto o una actitud son o pueden ser suficientes para disminuir la angustia e invertir comportamientos.

Al abordar la patología infantil deberemos tener siempre presentes tres conceptos clave:

  1. La evolución del niño (etapas evolutivas)

    0-2 años: En esta edad el psiquismo del niño se expresa por alteraciones somatofuncionales que afectan fundamentalmente al sueño (insomnio) y a la esfera oroalimentaria (anorexia y cólicos). La valoración de la relación madre-bebé, las características familiares y la plasticidad del síntoma nos permitirá una intervención terapéutica y/o preventiva valiosa.

    2-6 años: La actividad psíquica en esta etapa se manifiesta en la lucha del niño por la independencia y el control de esfínteres así como por el negativismo. Es la edad de las rabietas y del desarrollo de funciones instrumentales.

    Período de latencia (6 años – pubertad): El desarrollo evolutivo del niño deriva hacia lo psíquico, surgen los procesos de identificación con el adulto y la noción del deber hacer (súper yo). Conflictiva psíquica de expresión somatiforme (cefaleas, vómitos…).

    Pubertad y adolescencia: Lo corporal emerge de nuevo en relación con los conflictos psíquicos de esta edad, en forma de cefaleas, alteraciones alimentarias, alteraciones del sueño, hábitos tóxicos, conductas de riesgo, tentativas de suicidio, etc.

  2. Los factores de riesgo

    Son un concepto estadístico útil para la detección precoz de lo patológico.

    Relativos al niño debemos considerar la prematuridad, parto múltiple, sufrimiento neonatal y perinatal, infecciones neonatales y los traumatismos obstétricos. En cuanto a la relación parentofilial valoraremos en especial las carencias materiales y afectivas, situaciones de maltrato y las separaciones repetitivas. Relativos a los padres tendremos en cuenta los conflictos permanentes, separación, alcoholismo, muerte, ausencia crónica, enfermedades graves, en especial las mentales, y la pareja incompleta.

  3. La vulnerabilidad

    Está en relación con la capacidad del niño para protegerse de los estímulos nocivos. Competencia es la precapacidad de adaptación activa del niño a su entorno.

LA PSICOSIS INFANTIL

En general, definiremos como psicóticos aquellos niños que continúan anclados rígida y anacrónicamente en un estadío afectivo e intelectual que Piaget denominaba mágicoanimista o intuitivo-simbólico en el que el pensamiento y el razonamiento se rigen por mecanismos prelógicos. Son niños que no distinguen entre su realidad interna (sus fantasmas y sus fantasías) y el mundo externo, de manera que vivencian sus miedos como realidades inmediatas, masivas y oceánicas. Es un trastorno que afecta al desarrollo y la personalidad del niño.

A modo de esquema expositivo abordaré las psicosis infantiles por el siguiente orden: 1. Brote psicótico agudo; 2. Psicosis disarmónica; 3. Psicosis deficitaria; 4. Esquizofrenia del adolescente y 5. Autismo.

1. Brote psicótico agudo

Me referiré aquí al niño psicótico “florido” “exuberante”. Se trata de niños con una gran inquietud psicomotriz; son verborreicos, desbordantes, con una comunicación inconexa sin hilo de continuidad y sin sentido aparente. Es la voz del inconsciente que habla crudamente en ellos expresando directamente acciones y fantasías. Nos dan la impresión de que la expresión verbal fragmentada y zigzagueante que presentan es el resultado de una lucha entre la emergencia de dichas fantasías “salvajes” y las psicodefensas demasiado frágiles que intentan intervenir para controlar unos contenidos que finalmente les desbordan.

Se podría ejemplificar como ese niño que pretende abarcar con sus manos un gran montón de canicas y que continuamente se le caen y constantemente él recoge, siendo el cuento de nunca acabar.

2. Niños psicóticos disarmónicos

Las psicosis disarmónicas generalmente se manifiestan a partir de los 4-5 años de edad. Estos niños suelen mostrarse como petrificados adoptando muchas veces posturas corporales ridículas y poco armoniosas como igualmente faltos de armonía están su propio desarrollo psicobiológico e intelectual en el que se producen desfases, fallas y lagunas, coexistiendo con resultados brillantes en otras áreas. Es frecuente que presenten importantes déficits instrumentales pudiendo afectar éstos al grafismo, esquema corporal, espacio-temporalidad, lateralidad y lenguaje. Estas situaciones clínicas hacen pensar en ocasiones a los adultos y padres si estos niños les estarán “tomando el pelo”, lo que no hace sino revelar la incapacidad de aquellos para comprender y valorar la gravedad de la situación. Bastantes padres de estos chicos pertenecen al tipo de lo que podríamos denominar padres y madres “flotantes” por la sensación que producen de inconsistencia, vaguedad, lejanía, inasequibilidad, y expresión paradójica en la manifestación o expresión de sus sentimientos.

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