Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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Ser cuidador; el ejercicio de cuidar

PDF: ser-cuidador-ejercicio-cuidar.pdf | Revista: 50 | Año: 2010

Juan Larbán Vera
Psiquiatra y Psicoterapeuta de niños, adolescentes y adultos. IBIZA.

Este texto, que ha sido revisado, ampliado y actualizado por el autor para su publicación, sirvió como base de la ponencia que con el título, “La crisis psicológica del cuidador profesional” se presentó en las II Jornadas Pitiusas Pro Salud Mental que organizadas por ADISAMEF, Asociación para la Docencia e Investigación en Salud Mental de Eivissa y Formentera, se celebraron en Ibiza con ocasión del Día Mundial de la Salud Mental, los días 8, 9 y 10 de octubre de 2009, con el tema “La crisis psicológica en el ser humano y en sus diferentes contextos”.

RESUMEN

A lo largo de este artículo, el autor, revisa los aspectos que podrían ser considerados como la esencia y la ética del ejercicio de cuidar. Se profundiza en el análisis de la persona, personalidad y funciones del cuidador, especialmente del cuidador profesional. En el ejercicio del cuidar, se describen los elementos esenciales a tener en cuenta para la adecuada atención y eficacia de los cuidados. Se estudia el beneficio pero también el riesgo y consecuencias psicopatológicas que puede tener el ejercicio del cuidar para el cuidador profesional. Entre las consecuencias y repercusión que en los cuidados tienen los problemas de salud del cuidador profesional se describen el “burn-out” o síndrome del trabajador “quemado”, el estrés crónico y la crisis psicológica. Se valora el papel de la crisis psicológica en el cuidador profesional. En el contexto profesional del ejercicio de cuidar se considera fundamental la exigencia de autocuidado del cuidador. La base de la formación del cuidador, para el autor, se fundamenta en tres elementos:

1–El saber. 2–El saber hacer. 3–El saber ser. La formación y formación continuada del profesional tendría que tener en cuenta estos tres elementos, impregnados a su vez de la filosofía y la ética que inspiran “los cuidados del cuidador”, tanto familiar como profesional. A continuación, se revisan los factores protectores de la salud del cuidador profesional, la resiliencia y los factores de resiliencia. Y para terminar, las conclusiones.

Palabras clave: Cuidar-Cuidador-Cuidado. Esencia y ética del cuidar. Funciones del cuidador. Cuidador familiar y cuidador profesional. Eficacia de los cuidados. Formación del cuidador profesional. Salud y competencia del cuidador. Cuidados del cuidador.

ABSTRACT

“BEING A CARER AND CARING” In the course of this article, the author goes over what might be considered the essence and ethics of being a carer. A detailed analysis is offered of the person, personality and functions of the carer, especially the professional carer. The essential elements to take into account for the appropriate treatment and efficiency of the care are described here. A close look is taken at the benefits but also the risks and psychopathological consequences which caring can have for the professional carer. A description is provided of the burn-out, chronic stress and psychological problems which are some of the consequences and repercussions the professional carer faces when caring. The role psychological break-down plays in the professional carer is also evaluated. In the professional context of caring, the demand for the self-care of the carer is considered fundamental. For the author, the basis of the carer’s professional formation rests on three things. 1- Knowledge. 2- Know-how. 3- Knowing how to be. Training and continual professional formation ought to take into account these three elements which are imbued with the philosophical and ethical notions inspiring “care for the carer”, in both a family and work environment. The factors protecting the health of the professional carer, resilience and factors aiding resilience are examined next. Finally, conclusions are offered.

Key words: Care-Carer-Cared. Essence and the ethics of caring. Functions of the carer. Family caretaker and professional caretaker. The efficiency of care. Professional formation of the carer. Health and competence of the carer. Care for the carer.

INTRODUCCIÓN

“Ser capaz de prestarse atención a uno mismo es requisito previo para tener la capacidad de prestar atención a los demás; sentirse a gusto con uno mismo es la condición necesaria para relacionarse con otros”. (Ética y Psicoanálisis. Erich Fromm).

ESENCIA Y ÉTICA DEL EJERCICIO DE CUIDAR

Cuidarse y Cuidar

En el caso de cuidarse, la referencia es el “autós”, uno mismo; mientras que en el caso, cuidar, la referencia es el “alter”, el otro, y, en este segundo sentido, el cuidar se convierte en una práctica trascendente, porque se abre a la perspectiva del otro, del sujeto que está más allá de los límites de la personalidad del cuidador.

Cuidar, según el Diccionario de la Lengua Española de la Editorial Espasa Calpe editado en 2005, significa, en referencia al tema que tratamos: Asistir a alguien que lo necesita.

Cuidar, sería el acto de atender; Tratar; Cuidar a alguien; Tener atención por alguien; Tener cuidado de/por alguien; Cuidarse a sí mismo.

El ejercicio de cuidar se podría definir como el comportamiento y acciones que envuelven conocimientos, valores, habilidades y actividades emprendidas en el sentido de suministrar las potencialidades de las personas para mantener o mejorar a las condiciones humanas en el proceso de vivir y morir.

El cuidador sería una persona de la familia, un profesional, u otra persona, que asume primariamente la responsabilidad para abastecer acciones de soporte, que asiste o ayuda otra persona o grupo, con necesidades evidentes o anticipadas, visando una mejora en la condición humana o estilo de vida.

El ejercicio de cuidar, que, más allá de su carácter cotidiano, resulta fundamental para la subsistencia del género humano, exige:

1. El escrupuloso respeto de la autonomía del otro

Cuidarse de alguien tiene como objetivo ayudarle –en lo posible– para llegar adonde él quiere y puede llegar, potenciando su autonomía personal. El cuidador no es un sujeto puramente pasivo, sino que, puede exponer su punto de vista sobre dicho objetivo pero no debe imponerlo.

2. El conocimiento y la comprensión de la circunstancia del sujeto cuidado

Cuidar del otro significa velar por su circunstancia vital. La circunstancia no es un elemento accidental en la configuración de la persona, sino un factor determinante para comprender por qué actúa como actúa. La circunstancia en este caso se refiere al conjunto de factores BioPsicoSociales y Económicos que influyen en el proceso de realización de la persona.

El sujeto enfermo se halla ubicado en un contexto material que tiene unas determinadas características y que, según cuál sea, influye de un modo que puede ser determinante en la ya de por sí precaria autonomía del sujeto cuidado. No se puede cuidar al otro si no se sumerge uno en su circunstancia y comprende las claves de su situación y contexto, tanto en el plano consciente como inconsciente.

3. El análisis de sus necesidades

Cuidar de alguien significa tratar de responder a sus necesidades esenciales; significa también y sobre todo, proporcionarle, o mejor todavía, ayudarle a encontrar las herramientas necesarias (internas y externas) para que él mismo sea capaz de responder a ellas por sí mismo, sin necesidad de un cuidador. En el fondo, se trata de buscar la autonomía en la resolución de las necesidades del sujeto que cuidamos.

La percepción de las necesidades y sobre todo la respuesta a las necesidades del otro –sujeto necesitado de cuidados– varían según la profesión en el caso del cuidador profesional.

Sólo es posible responder a las necesidades esenciales del otro si se dan dos premisas.

Primera: La capacidad de atención, de escucha o, mejor dicho, de receptividad del otro.
Segunda: La competencia profesional para resolver dichas necesidades.

Pueden fallar ambas. Sólo el que es receptivo al otro puede descifrar, a través de la expresión verbal y gestual del paciente, lo que éste necesita; pero sólo el sujeto competente puede resolver esas necesidades que siente el otro.

Ambas características deben darse en el cuidador, puesto que podría haber competencia técnica, pero no haber competencia ética ni relacional; y viceversa.

Viñeta clínica

Paso ahora a relatarles la siguiente experiencia vivida por uno de mis pacientes:
Marcelo, tiene que pedir consulta al ORL, (Médico especialista en garganta, nariz y oídos) por una dificultad respiratoria nasal y hemorragias nasales de repetición.

En la consulta con el cuidador profesional, éste, sin escucharlo y sin dejar que el paciente acabe de explicarle sus síntomas y el objeto de su demanda, lo explora y le dice: “Tiene Vd. el tabique nasal hecho polvo, una fosa nasal comunica con la otra. Es el efecto del consumo de cocaína esnifada. Tiene Vd. que dejarlo”.

El paciente, que había sido operado años atrás de una desviación del tabique nasal consecutivo a un acontecimiento traumático, presentaba secuelas de una intervención quirúrgica mal realizada que había dejado las dos fosas nasales en comunicación.

La incapacidad de escucha del profesional cuidador, en este caso, generó de entrada una contra-actitud del paciente –a mi juicio plenamente justificada– que impidió el establecimiento de una alianza terapéutica, además de generar en él, una sensación de desconfianza y maltrato profesional que se añadía a la vivencia de desamparo que ya tenía en el momento de pedir ayuda.

Sólo es posible cuidar si se dan dos condiciones fundamentales.

Primera: Un sujeto dispuesto a cuidar de otro; y, segunda: un sujeto dispuesto a ser cuidado por el primero y a cambiar en lo posible, su situación.

Esto supone, aunque cueste llegar a ello, el ayudar a la persona demandante de ayuda a renunciar progresivamente a los beneficios secundarios que tal situación le aporta, y a situarlo como sujeto activo y responsable de lo que hace con lo que le pasa así como de sus cuidados.

Podría fallar la primera premisa, y no habría acto de cuidar; podría fallar la segunda premisa, y tampoco podría decirse que existe el cuidar; pero también podrían fallar las dos premisas simultáneamente, y en todos estos casos no se podría articular correctamente la función del cuidar.

El deseo de cuidar del otro es una especie de impulso altruista que emerge de dentro de la persona y que la abre a la perspectiva del otro. Este movimiento hacia fuera, de superación del egocentrismo narcisista, es, en esencia, la experiencia ética. Pero sólo es posible culminar este proceso del cuidar si el destinatario es consciente de que debe ser cuidado, si se sabe frágil y reconoce en el cuidador cierta capacidad de cuidar y sanar. Si fallan estas condiciones, el ejercicio de cuidar se convierte en una tarea quimérica.

4. La capacidad de anticipación. Cuidar es preocuparse y ocuparse del otro con capacidad de anticipación

En el acto de cuidar es fundamental la práctica de la anticipación.
El ser humano, en función de su historia personal y basándose en su experiencia, es capaz de proyectarse en el futuro y anticipar situaciones que todavía no vive. Esta capacidad de anticipación es algo lábil, lo que significa que puede uno equivocarse y predecir algo que, finalmente, no va a ocurrir. Pero cuidar, sólo es posible si uno imagina qué puede pasar en el futuro y qué necesidades se van a manifestar.

5. El respeto y promoción de la identidad del sujeto cuidado. Cuidar es preservar la identidad del otro

Cuidar de alguien es cuidar de un sujeto con derechos, de un ser singular en la historia, que tiene una identidad y personalidad propias, forjadas a lo largo de su propia evolución y que el cuidador debe saber respetar y promover en la medida de sus posibilidades. La persona enferma es un sujeto de derecho, un ser dotado de una dignidad intrínseca. Por causa de su patología, sufre una reducción de sus capacidades y de sus posibilidades de expresión, movimiento y comunicación; pero, aun así, es una persona, y en cuanto tal, su dignidad es intocable.

Cuidar de otro ser es velar por su identidad. Cuando el cuidar es un modo de suplir al otro o de colonizar su identidad, no puede denominarse “cuidado” en sentido estricto, porque niega el ser del otro, y ello contradice la misma esencia del cuidar. Cuando una madre cuida de su hijo, lo que desea es que llegue a ser lo que está llamado a ser; y para que esto sea posible sabe que es esencial la protección, la alimentación, la estima y el cuidado. No se trata de proyectar en él los pensamientos, ideales y creencias que uno tiene para sí, sino de ayudar al otro a ser auténticamente él mismo, a superar las múltiples formas de alienación y subordinación que presenta la cultura contemporánea.

Muchos de los malentendidos, efectos perjudiciales de los cuidados proporcionados al sujeto cuidado, así como las desviaciones psicopatológicas, incluyendo la ineficacia de los cuidados prestados, tiene que ver con esto que acabamos de mencionar.

La práctica del cuidar es radicalmente distinta según que se dirija a sujetos o a objetos.

El objeto es pasivo y neutro, mientras que el sujeto es siempre un ser dotado de dignidad, abierto a la libertad, y celoso de su intimidad. El sujeto tiene rostro, es un ente singular en la historia, un proyecto único en el mundo. Es, en definitiva, una realidad que no se deja conceptualizar, no se deja agarrar, porque es, en esencia, inabarcable.

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