Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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El ADHD y los diagnósticos en la infancia: la complejidad de las determinaciones

PDF: janin-adhd-diagnosticos-infancia.pdf | Revista: 41-42 | Año: 2006

También hay que reconocer que son muy pocos los desarrollos psicoanalíticos sobre el tema, mientras que abundan los escritos cognitivo-conductuales, que ponen el acento en la conducta, en lo que aparece, y desconocen la estructuración psíquica y la dimensión subjetiva.

Quizás ocurra con la hiperactividad como con tantas otras patologías infantiles en las cuales, para trabajar psicoanalíticamente, tenemos que crear instrumentos.

LA ATENCIÓN Y EL DOMINIO MOTRIZ DESDE LA TEORÍA PSICOANALÍTICA

Desde el psicoanálisis, podemos pensar, en primer lugar, el concepto de atención. En el Dictionnaire de psychopathologie de l’enfant et de l’adolescent, se define la atención como “un estado en el cual la tensión interior está dirigida hacia un objeto exterior. Es un mecanismo importante en el funcionamiento mental de un individuo, que le permite no quedar sometido pasivamente a las incitaciones del contexto. Ella permite al sistema nervioso no ser sobrepasado por el número de informaciones sensoriales que le llegan a cada instante y por consiguiente, al ser vivo adaptar su comportamiento. También se puede definir la atención en relación con la conciencia: la atención es la selección de un acontecimiento, o de un pensamiento, y su mantenimiento en la conciencia”. (Houzel, Emmanuelli, Moggio, 2000, pág. 72).

En primer lugar, entonces, tenemos que considerar que la atención es un proceso activo, que lo protege del caos del mundo externo y de sus propias sensaciones, permitiéndole privilegiar un elemento sobre los otros. En tanto ligado a la conciencia es como un foco que ilumina una parte del universo en desmedro del resto y, como atención dirigida hacia algo voluntario, es algo que se constituye, que no está dado de inicio (lo que está dado desde el comienzo es la atención refleja, inmediata).

¿De qué hablamos cuando decimos “déficit atencional”?

La atención que se le pide a un niño en la escuela es una atención sostenida y selectiva, en que se espera que atienda durante un tiempo considerable a cuestiones que otros eligieron (y que para él pueden no ser prioritarias). Nos tenemos entonces que preguntar cómo se construye esta posibilidad.

El dirigirse al mundo y sostener el oído y la mirada atentos está motorizado por los deseos. Ellos nos marcan la dirección hacia la cual dirigirnos, pero también el yo como organización
representacional aparece como imprescindible para que un sujeto atienda… y aprenda. Hay que sentirse unificado para poder escuchar a otro, mirar a otro, sin sentir que uno se quiebra en múltiples pedazos si no es el único mirado y escuchado.

Y el proceso secundario debe estar estabilizado para frenar la descarga pulsional inmediata.

En la escuela se le pide que invista (y sostenga la investidura) a cuestiones impuestas por otros. Tiene que deponer sus intereses momentáneos, seleccionar de todo el cúmulo de estímulos internos y externos aquellos en los que otros le piden que se centre y concentrarse durante un tiempo prolongado en ellos. Es una atención selectiva que, en este caso, se rige habitualmente más por la obediencia a normas que por los propios deseos.

En el Proyecto de una Psicología para Neurólogos, Freud desarrolla extensamente el tema de la atención, ligándola a la constitución del Yo y al pensamiento. La atención es fundamental tanto para satisfacer el deseo, como para frenar un dis-placer tan masivo que deje al psiquismo anonadado, pero el pensar ligado a la atención secundaria puede ser dificultado por recuerdos penosos (que llevarían a desviar la atención del camino propuesto) y el afecto puede impedir el pensar.

Esto lleva a pensar que los trastornos en la atención pueden ser efecto de la dificultad para investir cierta realidad o para inhibir procesos psíquicos primarios pero también, que ciertos movimientos afectivos y las fallas en la constitución narcisista son obstáculos para estar “atento” en clase.

Nos encontramos entonces, en muchos casos, con dificultades en la estructuración subjetiva que se centran, en mi experiencia, fundamentalmente en:

  • La estabilización del proceso secundario. Si lo que predomina es un pasaje permanente de una representación a otra, sin poder detener el decurso representacional, no se podrá seguir el discurso de otro.
  • La organización narcisista. Son muchos los niños que, por demanda de amor, por inseguridad, por necesitar una mirada aprobadora de otro, o por sentir que tambalean frente a todo obstáculo (y estoy señalando posibilidades diferentes), hacen una retracción a un mundo fantasmático o se mueven sin rumbo (buscando un eje externo).

¿HAY DESATENCIÓN O CADA CUAL ATIENDE SU JUEGO?

La primera pregunta sería: ¿si la atención es investidura, qué invisten los niños que no atienden en clase?

Estos niños ¿no atienden? ¿O atienden a otras cuestiones y no a lo esperable?

A partir de una investigación que estamos realizando con alumnos y docentes de la Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES, así como a partir de mi propia casuística (1), venimos intentando responder a estos interrogantes.

Y nos preguntamos: ¿un niño que está atento a la mirada de la maestra, podrá mirar lo que ella escribe? U otro que está pendiente de que los otros chicos jueguen con él, ¿podrá ocuparse de “copiar” en clase? ¿Y los niños que suponen que van a ser atacados y están en “estado de alerta”, o los que están en situación de duelo… podrán concentrarse en la situación escolar?

Si bien las posibilidades son muchas, intentaré enumerar algunos de los modos en que he podido delimitar, en la clínica, los diferentes objetos a los que se dirige la atención en los niños “desatentos”:
Constitución de las investiduras de atención en relación a sensaciones pero no a percepciones ni a afectos. Esto puede resultar en repliegue absoluto (como en el caso de niños que presentan estados autistas y que sólo se conectan con sensaciones propioceptivas) o en atención errátil. Son los niños que están atentos a olores, sabores, etc. Las investiduras suelen ser lábiles, pasando con facilidad de un objeto a otro. (Hay niños que hacen por momentos, una retracción al vacío).

Constitución de las investiduras de atención en relación a los intercambios afectivos pero no en relación al conocimiento. Son los niños que buscan la aprobación afectiva, el cariño de los maestros, pero no pueden escucharlos. Así, pueden relatar el vínculo de la maestra con otros niños o con diferentes personas de la escuela, pero no recuerdan qué tema se está tratando.

Fijación al polo exhibicionista. Son los niños en los que predomina el deseo de ser mirados. Están atentos, pero su atención está centrada en la mirada del otro. Estos niños suelen ser hiperactivos, porque toda su actividad está al servicio de capturar la mirada del otro. Cuando lo que buscan es una mirada aprobadora (por combinación con la búsqueda afectiva) pueden sentir que fracasan y repetir el intento, con lo que la actividad va siendo cada vez más desorganizada. El niño intenta asegurarse la posesión de una escena en la que sería el único protagonista y evitar de ese modo la anulación-exclusión que vendría desde el otro. Así, logra que su movimiento capture la atención del otro, que intenta controlarlo con la mirada. Pero este control suele suscitar mayor movimiento y a la vez, la sensación de pérdida del dominio del propio cuerpo. El niño queda a merced de los deseos del otro. (Retomaremos esto cuando hablemos de la hiperactividad).

Trastornos en la constitución de la investidura de atención por no soportar heridas narcisistas. La retracción se da por desencanto del mundo. Predomina la desmentida de la castración y sólo atienden a lo que les resulta fácil. Son niños a los que se podría aplicar la idea de André Green, de “sujetos dañados en su narcisismo”.

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