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La analidad: frontera evolutiva

PDF: puertas-tejedor-analidad-frontera-evolutiva.pdf | Revista: 53 | Año: 2012

OPTICA SIMBOLICA DE LA FENOMENOLOGÍA ANAL

En este periodo se van consolidando importantes logros en el desarrollo simbólico que van a permitir que el sujeto se sienta albergado de unos recursos con los que antes no contaba para adaptarse a la realidad. En efecto nuestro sujeto recurre a un pensamiento en el que puede irse reconfortando en ausencia del objeto, un pensamiento que distingue lo de dentro y lo de fuera, lo cual implica un gran sosiego al frenar las angustias de ser invadido o evacuarse en el exterior. Un pensamiento finalmente que sentara las bases para el trabajo de la latencia y “el placer de pensar”.

En la Analidad se consigue la integración evolutiva entre mente y cuerpo, que conduce al establecimiento de las fronteras del Yo y del sentido de Si mismo independiente, gracias a la conquista de las asistencia de un objeto estable en el interior. Esto permite el desprenderse de lo percibido como asidero narcisista. La separación dentro-fuera se logra mediante el registro psíquico continuo diferenciado de lo que se encuentra fuera y dentro, del cuerpo y de la mente. Los mundos que se encuentran dentro y fuera se han convertido en representaciones mentales.

El garante de esta representación, no va a necesitar lo percibido y esto se debe a que la elaboración de la ausencia ha avanzado suficientemente. Las diferentes escuelas han ido hablando de este movimiento aludiendo a “la separación individuación (M. Malher)”, la permanencia del objeto (Piaget), del “uso a la utilización del objeto” (Winicott).

El afianzamiento en la elaboración de la ausencia va a permitir que el objeto en el interior se pueda apartar de la conciencia, se pueda rememorar después, en definitiva se preste al “juego” intrapsiquico. La garantia de que algo sigue permaneciendo vivo sin el control perceptivo, tiene su correlato en lo intrapsiquico como la tolerancia a lo incognoscible.

El establecimiento de representaciones mentales estables que garantizan dentro la constancia objetal se hace posible mediante la transformación también de sensaciones corporales en pensamientos, de ahí que la erogeneidad de los orificios apuntale la vivencia de una frontera Yo-NoYo con aduanas-zonas de intercambio dentro-fuera dónde los contenidos de lo que sale y entra puedan ser controlados como el bolo fecal.

Es en el estadio anal dónde se establece la conquista de poner en relación el interior con el exterior (sostenido en la sensación bolo fecal-muscosa anal). Interior con exterior (sostenido sobre las heces y su expulsión). La erogenedidad de los orificios, decíamos que permiten la vivencia de un intercambio. El objeto interior despegado del exterior y el self de los objetos, establecen relaciones mutuas de intercambio y enriquecimiento.

Al mismo tiempo, la confluencia de las corrientes agresivas y libidinales en la relación objetal permiten la conquista de la ambivalencia con la apertura a vivencias más libres y dinámicas.

Todos estos logros se deben a que las representaciones adquieren un grado de complejidad y estabilidad que hacen que el sujeto pueda hacer de su pensamiento una plataforma sostenible.

Los niveles progredientes de mentalización permiten que el pensamiento vaya generando también, niveles de contención, también progredientes en el manejo de lo pulsional. Es en el 2o Subestadío anal dónde se adquiere un desarrollo yoico que va a poder manejarse conteniendo el afecto, gracias a ir generando un pensamiento que permita que la ola pulsional quede sostenida y contenida en lo representado. Veíamos que en el 1o Subestadío Anal dicha ola saltaba a menudo los diques del pensamiento para invadir y anegar al Yo, dando lugar a la actuación como una forma de luchar contra el exceso en lo intrapsíquico.

El descubrimiento de la contención desvela también la capacidad de “sentir” navegando por el espacio interior, el sentir diferenciado del hacer.

El empuje a la secundarización supone también un apertura a un pensamiento que permite ese “intercambio” con el afuera, aunque todavía la representación-palabra está a veces tratada como la representación-cosa, es decir, cargada del pensamiento animista de espaldas a la realidad. La palabra para que integre lo conceptual necesita de la colaboración del superyo post-edipico, habrá que esperar el periodo de latencia para estas conquistas. Veremos que en la Neurosis Obsesiva la regresión a este funcionamiento simbólico da lugar a un pensamiento con una carga omnipotente notable.

Será la contención de la actuación la que va a permitir, como decíamos, el relanzamiento del pensamiento y de la palabra que resulta de la suspensión de la acción como descarga.

Voy a ilustrar todo esto con dos sesiones de la misma paciente, separadas una de otra de un período de un año y medio de trabajo psíquico para demostrar el alivio que supone el trabajo en todos estos contenidos.

CASO CLÍNICO

Se trata de la paciente que nos ilustraba el trabajo en el Yo ideal.

1a sesión:

P: “Siento pánico. Anoche me pasó lo de siempre, no pude dormir, era espantoso el sentir que me tenía que enfrentar al lunes” (La paciente da clases en un Instituto, y siente temor en tener que enfrentarse a sus colegas y alumnos),

“El tipo de relación que mantengo con los demás, me tortura; la falta de confianza en que puedo despertar algún aprecio, no significo nada. Me tortura la insignificancia, el pensar que el otro no me tiene en cuenta. Esa paranoia parte de mí, es como una carrera que tengo que ganarme, un aprecio, un interés, es un descoloque, estoy fuera de juego, cada día es una lucha, comparando, intentando averiguar”.

“Con mi marido es lo opuesto, es como un enchufe. El me tiene que eliminar todo, sé que es injusto para él; soy despreciable, no ofrezco lo que soy. No me puedo entregar, soy artificial, y me quedo con toda la pus”.

Aquí vemos como la paciente vive en un estado de autodenigración, con un narcicismo muy tambaleante que requiere a su marido como un soporte, sabe que eso es injusto pero no lo puede evitar. El pánico tiene que ver con los mecanismos proyectivos y la vivencia de una frontera dentro-fuera todavía inconsistente dónde teme que su estado pueda “verse” desde fuera.

A: Le digo que “parece que está en un ataque permanente contra sus potencialidades”.
(Con esta intervención trato de que tome conciencia

de la vuelta de la agresión contra sí misma, para salir de esta vivencia de ser un producto fecal).

P: “La dignidad me la tiene que dar él. El otro día viendo la TV. Había una mujer que decía “A partir de ahora lo que hay que hacer es lo que a una le gusta”. Estaba muy segura de sí misma y me daba mucha envidia. Tengo sentimientos de adolescente. Todo el tiempo pensando si voy a caerme, no he llegado a esa madurez, tengo falta de seguridad. No sé qué ofrecer. Ni soy un producto… ¿Qué soy? Soy un diseño sin definir”.

A: “O su diseño lo desprecia”.

(Sigo insistiendo en los mecanismos de vuelta de la agresión contra sí misma).

P: “Soy despreciable, mala, fea inútil, transparente. Nadie me echa de menos. No soy interesante. Como una sombra.. que va. Cada cosa que hago, no estoy segura de que esté bien. Tiene que estar todo perfecto”.

A; “Sí, O perfecta o la nada…”

P: “No tengo ningún interés para los demás, creo que me quedo siempre en el olvido. El hablar para mí es una sobreactuación nerviosa. Veo la línea tranquila de hablar, de estar con los demás más segurola; me sale todo mal. Si hablo soy despreciable, y si no hablo también. Quiero vivir desde la tranquilidad. Quiero que mi cerebro descarte dudas en las relaciones. Y descarte esa carrera por cumplir”.

A; “Sí, quiere dejar el ideal de lado”.

P: “No es humana la actividad cerebral que llevo. Llega un momento en que se me funden los plomos, reviento.” (Aquí, la paciente hace alusión al anclaje en un pensamiento hiperactivo como una forma de asirse a un objeto controlable en el interior, tiene miedo al estallido anal…

a reventar).
“Estoy en carrera cada minuto. Como un carruaje, el

que llevo, con un enorme peso. Quiero desactivar el cerebro de tanta porquería, los tiros van por esos juicios, esos prejuicios, esas descalificaciones. Es una tortura.. ¿Quién me juzga? ¡No he matado a nadie!. Estoy como ante un gran tribunal…”

A: “Sí, dentro y lo coloca fuera, justificándose ante los demás”.
(Aquí trato de hacer alusión a la proyección de un Su-

perYo con una carga sádica importante en el entorno).

P: “Me acuerdo del sueño dónde había matado a alguien, el cuerpo estaba enterrado, matado por accidente, va a aparecer el cuerpo del delito, tengo como un crimen a mis espaldas. Estoy convencida de que soy culpable. ¿Cuál es el mal que he hecho? ¿He matado a alguien de verdad?

A: “Siente que ha matado a alguien… No lo ha matado. ¿El cadáver es el de su padre?”

(En esta intervención, de nuevo, trato de que la paciente pueda diferenciar la Fantasía entre el Sentir y el Hacer. Hago alusión al duelo de su padre que es un trabajo pendiente en su interior).

P: “Mi padre, creo que se murió por ser malo. Una compañera me dijo: “Tu padre se murió porque bebía mucho vino” Creo que el ser malo le ha llevado a morirse”.

A: “De nuevo, confunde el sentir con el hacer…”

P: “Es que soy agresiva, no caigo bien, tan retenida… Cuando soy agresiva tampoco me gusto. Estoy siendo mala”.

A: “¿Y se va a morir como su padre?”

(Esta intervención hace alusión a un objeto paterno ligado en su interior con la connotación de estar poseída por la malignidad, como hemos aludido en los contenidos teóricos expuestos previamente).

P: “La maldad me lleva al desprecio y la muerte. Cuándo me dicen ¡qué majo era, y que era buenísimo, y que era inteligente! ¡Era igual que yo! Yo pensaba que murió por maldad.

A: “No pensaba, piensa¡” (Esta interpretación trata de poner de manifiesto cómo la vivencia de un objeto malo, activa un sentimiento de indignidad y de desprecio y de potencial destructivo en el presente).

P: “Eso de ser mala para mí es terminal”.

(En este material mi paciente nos transmite con nitidez y elocuencia un intenso sufrimiento psíquico derivado de un manejo inadecuado de su agresividad –vuelta contra sí misma, y vivida omnipotentemente-así como de la persistencia de un Yo Ideal liderando su narcisismo y derivado de una frontera Dentro-Fuera, mal configurada.) La misma paciente, nos dice esto año y medio después habiendo remitido su insomnio:

P: “Estoy como enterrada, con una bomba que tiene que estallar… es como un pulpo con un montón de tentáculos, la culpa, el miedo por odiarles, (se refiere a su familia), por esconderme, la penitencia de por vida, por ser culpable, por odiarles y por haberme dado esta vida y ser una desagradecida. Soy anti todo, antisocial, antifamiliar, antiamigos. Tendré que experiementar que estoy libre de esa culpa. Tengo que experimentar el odio y el rechazo, si no, no me veré libre de culpas. Me reprimo mi odio. Lo real es el odio, es lo único real, tengo que dar la oportunidad de enseñárselo, si estalla, tiene que estallar. Esto tiene consecuencia en muchos terrenos, salud, pareja”.

A: Quizás necesita darse el derecho de estar enfadada sin sentir que pierde la dignidad.

P: “Si, que no me quiten ese derecho, esa memoria histórica, lo peor es que quede enterrada porque va a estallar; eso es lo que reclamo continuamente, expresar lo que siento aunque sea políticamente incorrecto, porque es mi verdad, la única que tengo. La opción de callarme existe, pero no es sana, es como la situación de las víctimas aquí, hay que darles voz, si no, la situación no se resuelve”.

Comentario: Se observa en esta sesión el progreso de la paciente en hacerse cargo de sus sentimiento agresivos sin echarlos sobre ella, también la capacidad de vivir esos sentimientos como algo más manejable que pueden estallar, pero que para que no estallen necesita ponerlos en palabra y expresarlos. Se ha podido encauzar hacia el objeto la carga agresiva, eso supone “liberación”, que es lo que ella nos transmite.

NEUROSIS OBSESIVA

La Neurosis Obsesiva es la consecuencia de una regresión a fijaciones anales previas, de ahí que algunas de sus características muestren detalles del funcionamiento psíquico en este estadío, fundamentalmente en torno al primer Subestadío Anal, dónde la carga de lo pregenital es muy elocuente.

El obsesivo vive atormentado por la necesidad de preservar en su interior un objeto que ha anegado con su sadismo y hostilidad ya que la integración libido y agresión aun es muy endeble. Sus sostenibilidad depende de su anclaje objetal, por eso perderlo implicaría la deriva hacia un funcionamiento psicótico.

Estos sujetos con su sentimiento de incompletud, su miedo, la incertidumbre de los límites de su cuerpo sus experiencias de despersonalización, están obligados a ejercer un control muy estrecho con sus objetos significativos, ya que la vivencia de posesión de éstos es absolutamente vital para ellos. Bouvet lo describe así: “Para ellos, mantener este equilibrio es vital, ya que suple las relaciones más evolucionadas a las que el sujeto no ha podido llegar, y puede haber cataclismos si se rompe el estado de equilibrio y coherencia del Yo”.

La insuficiente integración de la líbido y agresión unida al sentimiento de omnipotencia aún vigente en este estadío hace que las investiduras afectivas oscilen de un polo a otro de forma dramática. La hostilidad adquiere tintes tanáticos que obligan a una recuperación del objeto a través de maniobras mágicas cargadas de remordimiento y mortificación por el sentimiento de culpa de haber destruido al objeto.

Lacan lo describe como: “Una enfermedad resultante de las primeras actividades de identificación del Yo, es el esfuerzo de restauración de ese Yo, el que se traduce en el destino del obsesivo, al ser un objeto de persecución tanática del sentimiento de pérdida de su unidad”.

Vemos cómo el destino temido del objeto lleva como correlato, la pérdida de unidad y coherencia del Yo, los episodios fugaces de despersonalización a los que antes aludíamos, serían la consecuencia de esto.

El obsesivo se embarca, pues, en un esfuerzo titánico para conservar a toda costa su relación de objeto, ya que esto, aunque esté cargado de una agresividad desligada contiene en potencia un reservorio libidinal que constituye la protección contra la desorganización psíquica.

Las características del pensamiento en el obsesivo nos acercan a la comprensión del funcionamiento simbólico en este estadío. Freud habla de una disociación entre afecto y representación, es decir, emoción e idea. Este es un mecanismo que permite apartar la carga afectiva del pensamiento. La consecuencia es una racionalidad aséptica y árida sin la tintura subjetiva que aporta lo emocional. El obsesivo disocia los elementos en conflictos, y luego hace un desplazamiento de una representación a otra de importancia secundaria. En lugar de condensar, como hace el histérico, separa y desplaza. Separa también el cuerpo-sexualidad del pensamiento, tratando de resolver la conflictiva en el área del pensamiento, por eso se dice que es la más mentalizada de las neurosis.

Estos mecanismos disociativos que tratan de poner la vivencia afectiva fuera de la órbita de la conciencia, por vivir los afectos cargados de agresión omnipotente y destructiva, anidan sobre un funcionamiento mental que por regresión se viven en clave anal, es decir, con una ligazón entre proceso primario y proceso secundario aún endeble. En efecto, el obsesivo va dando bandazos de un pensamiento atravesado por el animismo mágico infantil a la racionalidad aséptica y anónima, expresando así la insuficiente actividad de los procesos terciarios que permiten unir sin confundir, un pensamiento y otro. Estos bandazos obligan al desarrollo de unas defensas que impiden la vivencia invasiva y fuera de la realidad del proceso primario. Son las defensas como la rigidez, el control, la minuciosidad y las verificaciones que garantizan un anclaje en la representación de lo real, aún frágil. Por otro lado, la anulación retroactiva testimonia el protagonismo del pensamiento mágico, conviviendo con la asepsia racional y lógica.

La fijación en estos niveles de simbolización sugieren una secundarización, quizás, precozmente desarrollada como defensa que luego va a dificultar la adecuada integración de los diferentes niveles representacionales.

Esta patología sugiere un cierto nivel de fracaso en los proceso de separación-individuación que no pudieron elaborar suficientemente un “juego” con la realidad externa a través de los fenómenos transicionales. Dicho fracaso va a generar el “fracaso” en lo intrapsíquico de la ligazón y armonía que permiten los procesos terciarios.

El obsesivo testimonia la dificultad de la puesta en relación de lo interno y lo externo haciéndolo convivir sin confundirlo, del pensamiento y el acto, de la fantasía y la realidad. Estas confusiones intermitentes, generan el pánico y la angustia que retroalimentan las conductas defensivas que secuestran muy a menudo su cotidianidad.

El paciente obsesivo, finalmente, agoniza en la frontera entre lo dual y lo triangular, sin poder respirar el alivio que supone ampliar su mundo al descubrimiento de una tercera dimensión” que permita el juego con los vínculos internos y externos.

CONCLUSIÓN

Nuestro Sujeto Anal recibe un empuje definitivo en este periodo tanto en el plano simbólico como narcisista, un empuje que le va a posibilitar una relación objetal con un nivel de autonomía en dónde lo percibido, no va a estar condicionado por la servidumbre narcicista. Es entonces cuándo va a poder aflorar el deseo y la selección de los objetos en virtud del enriquecimiento personal.

El equipamiento intrapsíquico para conducirse en el territorio emocional, impulsará a nuestro sujeto a poder aceptar la aventura vital y , -parafraseando a Winnicott – poder sentirse un ser vivo no sólo un superviviente.

Bibliografía

  • Botella, C. y Botella, S. Más allá de la representación. Valencia: Ed. Promolibro.
  • Bouvet, M. La relation d’objet. Ed. PUF
  • Green, A. (1986). Narcisisme de vie, narcisisme de mort. Ed: Les Editions de minuit
  • Green A. Metapsicología Revisitada. Ed. Eudeba Revista de A.P.M. no 51.07 “Lo Pregenital y lo Genital” Leguen Dictionaire Freudien Ed. PUF
  • Roussillon, R. y Bernard, G. (2010). La naissance de l’objet. Ed.Puf

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