Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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Hiperactividad y trastornos de la personalidad I. Sobre la hiperactividad

PDF: lasa-hiperactividad-trastornos-personalidad.pdf | Revista: 31-32 | Año: 2001

Sobre los riesgos del uso de estimulantes y otros tratamientos.
  • No hay evidencias de que el uso cuidadoso sea dañino a largo plazo. Las reacciones adversas están, normalmente, relacionadas con la dosificación.
  • A dosis moderadas pueden asociarse disminución de apetito e insomnio. Puede haber efectos negativos sobre el crecimiento, pero la estatura final no parece resultar afectada.
  • Es sabido que pueden incurrirse en un potencial abuso de psicoestimulantes. Dosis elevadas, sobre todo de anfetaminas, pueden causar daños del sistema nervioso central, daños cardiovasculares e hipertensión. También han sido asociadas a comportamientos compulsivos y, en sujetos vulnerables, con trastornos motores. Un pequeño porcentaje de niños y adultos, ha presentado efectos alucinógenos.
  • El grado de evaluación y seguimiento llevado a cabo por médicos de atención primaria varía significativamente (pudiendo ser inapropiado e implicando marcadas diferencias en las prescripciones y dosificaciones).
  • Son conflictivas las conclusiones sobre si el uso de anfetaminas puede implicar el riesgo de un abuso posterior de tales sustancias. El diagnóstico de ADHD suele confundirse con el uso de medicación estimulante.
  • El aumento de disponibilidad de medicación estimulante tiene riesgos para la sociedad, pues puede conducir a la sobreoferta y uso ilícito. No hay por ahora evidencias de que el incremento de producción haya tenido efectos considerables sobre el consumo. Se necesita vigilar el control del uso y abuso sobre todo entre los escolares de último curso.
Sobre las prácticas diagnósticas y terapéuticas y los impedimentos para una intervención apropiada.
  • Existen grandes variaciones, respecto a la frecuencia de diagnóstico del trastorno y a la administración de fármacos estimulantes, entre diferentes tipos de profesionales (pediatras, médicos de familia, neurólogos, psicólogos y psiquiatras).
  • Los médicos de familia recetan más que psiquiatras y pediatras, lo cual puede deberse, en parte al limitado tiempo que dedican al diagnóstico.
  • La propensión a recetar medicación puede eliminar los incentivos para otras intervenciones educativas relevantes.
  • A los profesionales de atención primaria les gusta menos reconocer los trastornos comórbidos (coexistentes).
  • Los diagnósticos se realizan frecuentemente de manera inconsistente, siendo a veces “sobre” o “infra” diagnosticados. Se tiende a confiar más en la información de los padres que en la escolar.
  • Hay una desconexión y escasa comunicación entre quienes diagnostican y los servicios escolares, el seguimiento es inadecuado y fragmentario y dificulta la supervisión y detección temprana de muchos efectos adversos de la terapia.
  • Una “clínica basada en la escuela” con una aproximación grupal, (de los especialistas de salud mental, hacia padres, profesores, psicólogos escolares) mejoraría el acceso a la evaluación y tratamiento.
  • Los profesionales de atención primaria con un tiempo adecuado para consultar con los equipos escolares, deberían ser capaces de una evaluación y diagnóstico adecuados, y de derivar a salud mental especializada.
  • La falta de cobertura por parte de los seguros supone una barrera que limita severamente la identificación, evaluación e intervención adecuadas, así como el acceso a servicios de salud mental especializados.
  • Existen barreras en relación al género, raza, factores socio-económicos y distribución geográfica de los pacientes que solicitan una evaluación.
  • La no consolidación de una categoría especial de educación especial para el ADHD, y las consecuentes disputas sobre si es responsabilidad económica de educación o de sanidad la cobertura de servicios especiales, limitan las posibilidades de una atención adecuada.
Directrices para investigaciones futuras
  • La Investigación básica es necesaria para definir mejor el ADHD. Debe incluir estudios sobre el desarrollo y procesos cognitivos.
  • Deberían respetar los aspectos dimensionales del trastorno y las condiciones comórbidas (coexistentes). Por tanto es una necesidad importante la investigación de criterios diagnósticos específicos.
  • Son necesarios:
    • estudios adicionales a largo plazo (superiores a un año) dada la persistencia del trastorno.
    • estudios prospectivos, hasta la edad adulta, de los riesgos y beneficios asociados a los tratamientos infantiles con psicoestimulantes.
    • estudios para determinar los efectos de terapias psicotrópicas sobre el funcionamiento cognitivo y la actividad escolar.
    • estudios sobre los efectos de los tratamientos educativos en los logros académicos.
    • estudios para determinar si la combinación de estimulantes y tratamientos psicosociales puede mejorar el funcionamiento de una dosis reducida de estimulantes.
    • estudios para determinar riesgos y beneficios asociados en niños menores de 5 años tratados con estimulantes.
  • Debe prestarse mayor atención a los programas de desarrollo integrado (enseñanza a profesores para reconocer el trastorno y proporcionar programas especiales, estrategias de aula, atención adaptada en educación postsecundaria)
Conclusiones del informe
  • La hiperactividad es uno de los principales problemas de salud pública. Los niños con ADHD padecen con frecuencia dificultades y deterioros en múltiples facetas.
  • Su diagnóstico y tratamiento ha generado polémica en mucho sectores públicos y privados. La mayor controversia continúa siendo el uso de psicoestimulantes a corto y largo plazo.
  • No existe un test eficaz para diagnosticar el ADHD. Es importante determinar unos criterios de diagnóstico específicos que respeten los aspectos dimensionales y las condiciones comórbidas (coexistentes).
  • Los tratamientos efectivos han sido evaluados a corto plazo (3 meses). Estos estudios incluyen pruebas de la eficacia de estimulantes y tratamientos conductuales con efectos positivos sobre los síntomas esenciales y la agresividad asociada. La falta de mejoras consistentes más allá del núcleo sintomático conduce a la necesidad de estrategias de tratamiento combinadas. Hay escasez de datos sobre tratamientos a largo plazo (más de 14 meses). No se pueden hacer recomendaciones concluyentes sobre tratamientos a largo plazo.
  • Los riesgos del tratamiento, en particular de medicación estimulante son de un interés considerable. Es evidente la amplia variación en su uso en diferentes comunidades y profesionales que denota una falta de consenso.
  • Es necesario un mejor conocimiento por parte de los servicios de salud acerca de su evaluación, tratamiento y seguimiento. Las barreras económicas y la falta de cobertura están impidiendo el diagnóstico y tratamiento adecuados. La falta de coordinación con servicios de educación especial representa un considerable coste para la sociedad.
  • Finalmente, tras años de experiencia e investigación clínica, nuestro conocimiento acerca de su causa o causas, sigue siendo especulativo. En consecuencia no tenemos estrategias para su prevención.

Hasta aquí la transcripción, traducida y resumida, del informe. Desde la perspectiva de este trabajo, algunos comentarios al informe resultan imprescindibles.

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