Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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Hiperactividad y trastornos de la personalidad I. Sobre la hiperactividad

PDF: lasa-hiperactividad-trastornos-personalidad.pdf | Revista: 31-32 | Año: 2001

Comentarios al informe

  • El reconocimiento del carácter complejo del trastorno, “no es un trastorno aislado”, y de la necesidad de definir mejor un diagnóstico “que respete la comorbilidad coexistente” y las características “del desarrollo y procesos cognitivos” (términos varias veces repetidos en el informe). En otros términos, aspecto siempre ausente en la psiquiatría americana sometida a los planteamientos y peculiaridades clasificatorias del DSM, el reconocimiento implícito de la complejidad psicopatológica de la hiperactividad y de su inserción en una comprensión global del funcionamiento mental. En contrapartida también llama la atención el silencio total acerca de cuáles son estos trastornos “comórbidos” que habitualmente acompañan a la hiperactividad (¿quizás por un no acuerdo entre expertos respecto al tipo o concepto de psicopatología subyacente?).
  • El reconocimiento del carácter especulativo de las etiologías atribuidas al trastorno y de la inexistencia de evaluaciones a largo plazo de los resultados terapéuticos, tanto de los psicoestimulantes como aún más de otros tratamientos, contrasta llamativamente con la alegre generalización en muchos medios, de un lado, de la idea de un tratamiento medicamentoso específico (anfetaminas) que responde a la supuesta etiología de la enfermedad, y de otro, de la descalificación de otros tratamientos que a menudo la acompaña. Desde la perspectiva de quien se interesa por la psicoterapia como instrumento terapéutico también sorprende, aunque sea habitual en la psiquiatría americana actual, el que no sea mencionada como tal, cosa que sin duda debe relacionarse con los criterios asistenciales actuales y sus implicaciones económicas (además, seguramente, de las ideológicas).
  • El señalamiento de los extraordinarios costes económicos que supone el trastorno se menciona claramente pero, curiosamente, se dan datos concretos de los (excesivos) costes educativos y de la necesidad de modificar las intervenciones y medios escolares, sin mencionar para nada los también muy espectaculares costes del gasto en fármacos (en particular metilfenidato), que otros medios sí han revelado. Aunque es cierto que atribuyen (a la atención primaria y médicos de familia) que “la propensión a recetar medicación puede eliminar los incentivos para intervenciones educativas” y que también mencionan el obstáculo que suponen las limitaciones impuestas por las aseguradoras, se echa de menos, aunque tampoco sorprende demasiado a estas alturas, una opinión y toma de posición más clara respecto a la influencia de los intereses económicos de la industria farmacéutica en la práctica psiquiátrica actual.
  • Algunos aspectos no dejan de resultar paradójicos o hasta contradictorios, aunque su carácter de documento “de consenso“ permite suponer que ha cedido a las presiones de las diferentes tendencias representadas en el grupo. Así por ejemplo parece cuestionar los gastos excesivos que suponen los programas de ayudas escolares especiales y en las recomendaciones finales aconseja desarrollar, “mejor” pero también “más” este campo. También parece que preconiza una mayor prudencia en el uso de estimulantes, pero sin embargo, propone realizar estudios para conocer “riesgos y beneficios de su uso en menores de 5 años” lo que prácticamente supone una “autorización por parte de expertos” para que sea utilizado con niños muy pequeños, cosa que desaconsejaban informes y recomendaciones anteriores y que ha sido uno de los motivos fundamentales de la alarma social actual.
  • Llama la atención los cuestionamientos múltiples que se hacen, entre otros: de los criterios y rigor en los diagnósticos y de las variadísimas prácticas clínicas que los sustentan; de la prescripción, seguimiento y evaluación de los tratamientos; del sistema sanitario y educativo; de las insuficiencias de la investigación básica y la necesidad de desarrollarla. Por este motivo hay que insistir, en su interés y en la facilidad con que afirmaciones mucho menos fundamentadas y acríticas que estas son trasplantadas a nuestros medios profesionales, sin tener para nada en cuenta las características del país y contexto del que proceden.
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