Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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Hiperactividad y trastornos de la personalidad I. Sobre la hiperactividad

PDF: lasa-hiperactividad-trastornos-personalidad.pdf | Revista: 31-32 | Año: 2001

EVOLUCIÓN POSTERIOR Y COMPLICACIONES

Numerosos estudios han señalado porcentajes variables de desaparición (20-50%) y de progresiva atenuación (40-60%) de la hiperactividad en la adolescencia y en la vida adulta, en la que persistirían las dificultades de atención y la impulsividad. Otros encuentran una persistencia tanto de la hiperactividad como del déficit de atención (30-40%). Se ha descrito también la aparición de dificultades sobreañadidas: absentismo e inadaptación escolar y laboral, dificultades de adaptación en su grupo de edad y riesgo de marginalización progresiva, escasa autoestima y confianza en sus posibilidades, y también mayor incidencia de trastornos de conducta y abuso de sustancias tóxicas. Seguramente se trata de trayectorias psico-sociales asociadas a factores múltiples, a los que se suman las complicaciones derivadas de la hiperactividad (GITTELMAN y cols., 1985; WEIS y cols., 1985; DUGAS, 1987; WEISS y HECHTMAN, 1994; WENDER, 1994).

Las complicaciones evolutivas

  • El fracaso escolar.
    Ligado en parte al trastorno de atención y a los déficits cognitivos consecuentes se agrava por los factores sobreañadidos: baja autoestima y confianza en sus capacidades, conflictos con compañeros y profesores, crecientes expectativas negativas por parte de estos, inseguridad e inquietud progresivas, desinterés y rechazo progresivo de todo lo escolar, absentismo etc.
  • Los trastornos de conducta.
    Desde una perspectiva socio-educativa es fácil de comprender su aparición y progresión creciente a partir del panorama escolar anteriormente descrito; desde una perspectiva médico-psiquiátrica sería el resultado de la co-morbilidad derivada de factores etio-patogénicos comunes. Desde una perspectiva psicopatológica que entienda el funcionamiento mental y la estructuración de la personalidad como un todo, de desarrollo diacrónico y en interacción con el medio familiar y posteriormente escolar, resulta evidente que un niño con escasa capacidad de contención emocional y de modulación de la expresión afectiva, si además tiene dificultades en su organización simbólica y motriz, inevitablemente tendrá, además de una sintomatología con hiperactividad dificultades cognitivas y de aprendizaje, y en consecuencia, salvo que el entorno escolar sea particularmente comprensivo y tolerante, serias dificultades para poder adaptarse a él. La insatisfacción y sentimiento de fracaso en sus capacidades y funcionamiento le llevan inevitablemente a la inseguridad, a la desvalorización y escasa autoestima y a oscilar entre el desinterés y el rechazo hacia las propuestas escolares. Todo ello hace que tengamos que considerar la falta de atención no solo como una limitación o incapacidad causal sino también como una actitud derivada y resultante de por múltiples factores psicológicos y relacionales (ver tabla nº 2). Y lo mismo cabe decir de la conducta, aún más multifactorial en sus determinantes. Diversos estudios han señalado la mayor incidencia de conductas “disociales y agresivas”, problemas “legales” y de “indisciplina”, de fugas, absentismo y expulsiones escolares, de condenas legales (por violencias y agresiones, robos y efracciones), de tentativas de suicidio y abuso de sustancias tóxicas. Junto con otros autores pensamos que conviene ser muy prudentes en cuanto a la deducción de “correlaciones” causales entre la hiperactividad y todas estas “consecuencias” porque muy probablemente todas ellas tendrían múltiples factores de cocausalidad.

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  • El desarrollo de una personalidad antisocial en la vida adulta.
    Los resultados son muy contradictorios y van desde estudios que encuentran una evolución mayoritaria hacia una buena integración social y profesional, hasta otros que hablan de un aumento significativo de sociopatías y también de alcoholismo y abuso de otras sustancias (SHELLEY y RIESTER, 1972; MORRISON y STEWART, 1973; WEISS Y HECHTMAN, 1994). Al revisar estos trabajos con cierta distancia temporal y geográfica resulta difícil no pensar que estén más o menos influidos por sesgos de tipo ideológico. Seguramente sus resultados no pueden trasplantarse a nuestro país sin ser contrastados con nuevos estudios realizados en nuestro entorno y con una metodología rigurosa.
  • Factores pronósticos

    Se ha estudiado y resaltado el valor predictivo de ciertos factores (LONEY, 1978):

    1. El status socio-económico. Como en otros trastornos psicológicos infantiles permite predecir el futuro social y profesional. La prevalencia, severidad y evolución de la hiperactividad están ligadas a él. A status más bajo, peor evolución.
    2. El nivel intelectual, en sí mismo ligado al status socioeconómico y a la calidad del entorno educativo y de los resultados escolares.
    3. La calidad de la relación social (grado de aceptación) con sus coetáneos.
    4. El nivel y repetitividad de conductas agresivo-destructivas, que anuncian una peor adaptabilidad ulterior.
    5. El grado de hiperactividad influencia sobre todo el nivel de estudios alcanzado. A mayor hiperactividad menor nivel de diplomas obtenidos.

    Curiosamente la cuestión de si la personalidad u otras peculiaridades del funcionamiento mental, subyacentes y acompañantes de la hiperactividad pueden incidir en su pronóstico y evolución, cuestión que desde nuestra perspectiva es fundamental, sencillamente no se plantea para los autores que tienen una visión “separada” por no decir “pura” del trastorno como la que favorecen ciertos sistemas de clasificación diagnóstica.

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