Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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Violencia, aniquilación y desobjetalización

PDF: macias-violencia-aniquilacion-desobjetalizacion.pdf | Revista: 33-34 | Año: 2002

EL PROCESO DE DESOBJETALISACIÓN EN LA VIOLENCIA

La violencia no es nunca espontánea ni gratuita, se forma sobre un terreno donde confluyen unas condiciones convergentes en el mismo destino. En el caso humano, la violencia reúne características específicas entre las que destacan:

  1. su intrincación con el erotismo (en el paradigma del sado-masoquismo),
  2. su capacidad de volverse contra el sujeto en la autodestrucción suicida o sacrificial,
  3. y sobretodo su derivación en el proceso de desobjetalización, que haciendo abstracción explícita de violencia física, proclama el decreto de aniquilación física y moral del objeto.

Trazando una línea imaginaria desde el polo del investimiento objetal hasta el extremo de la aniquilación del objeto, el proceso de desobjetalización atraviesa una serie de fases de intensidad variables que de manera simplificada serían:

La fase PROYECTIVA, la del CHIVO EXPIATORIO, la de COSIFICACIÓN por anulación de investimientos y una última fase de ANIQUILACIÓN y destrucción de objeto desaparecido previamente de las representaciones mentales del sujeto violento. El proceso de desobjetalización significa por lo tanto que toda tarea de destrucción del objeto transcurre en paralelo al desinvestimiento y cosificación de ese mismo objeto.

  1. La fase PROYECTIVA se corresponde con el mecanismo típico de la proyección por el que determinadas cualidades, sentimientos y deseos inquietantes para el sujeto son expulsados y localizadas en un objeto exterior (persona o cosa) que es designado como enemigo. La relación sigue siendo ambivalente en la medida en la que la confrontación y la rivalidad con el objeto aportaciertas gratificaciones libidinales, e incluso el placer explícito de la confrontación dialéctica o bélica. Se trata de respuestas “proporcionadas” que buscan la medida de las fuerzas respectivas (1) . Por consiguiente, la primera medida de seguridad y de defensa contra el peligro interior creado por la pulsión de destrucción es la proyección sobre el exterior o sobre otro objeto. Lo que me resulta intolerable a mí mismo, mi propio deseo de destrucción es atribuido a otro sujeto o grupo de sujetos que devienen los destinatarios de mi furor. Persiguiendo la misma maldad, los mismos demonios en el otro, el hombre se deshumaniza en la expresión más brutal de su hostilidad, buscando la desaparición de sus congéneres, para lo que inventa medios de destrucción cada vez más sofisticados.
  2. Fase de CHIVO EXPIATORIO, o de DEMONIZACIÓN, en la que desaparece la rivalidad para dejar paso a la negación de las características humanas del sujeto de odio. La fuerza utilizada contra el adversario supone la supresión de todo vínculo identificatorio. Una cascada de movimientos psíquicos acontece: No es un ser como nosotros, es otro-diferente, y como tal no tengo ningún vínculo emocional con él, por lo que me es extraño, extranjero, alienígena, demonio, y es por dicha condición que puedo ejercer mi violencia sobre él, incluso matarlo, puesto que la ausencia de vínculo justifica que la muerte sea el precio justo para quien es diferente.
  3. Fase de COSIFICACIÓN, en la que se inicia la DESOBJETALIZACIÓN propiamente dicha, por la que el objeto expiatorio deviene un objeto inanimado, desprovisto de vida y de intenciones, una cosa. El terrorista, sujeto violento, ejerce su furor no sobre algo, no sobre alguien, sino sobre Nada. La persona no existe (no había nadie dentro de las Torres Gemelas, sólo un símbolo de potencia que arrasar), ni existió nunca, por lo que su único origen y destino es el de su propia destrucción.
  4. ANULACIÓN DE INVESTIMIENTOS. La cosa es desprovista de sus potencialidades para convertirse en un a-objeto, un no-objeto sin significación ni significado para el sujeto, lo que permite proceder a la destrucción masiva, sin remordimientos ni ambages.

La especificidad de la violencia humana estriba en sus múltiples transformaciones (sado-masoquismo, asesinato, suicidio,…) de los que el más espectacular es aquel en el que la misma violencia se desvanece para devenir una fuerza neutra ejercida sin ningún placer de desaparición del adversario. En este sentido cuando las ideologías la ponen en práctica, la desobjetalización se funda en el refuerzo de los agentes efectivos de la exclusión y la desresponsabilización individual de los que toman las decisiones bajo la cobertura del deber. Los objetos odiados se convierten por la fuerza en No-Objetos. Desposeídos de cualidades humanas, no son diferentes ni extraños, sino pertenecientes a lo inexistente, a lo no-humano.

¿QUE ES EN DEFINITIVA LA FUNCIÓN DESOBJETALIZANTE?

En las páginas precedentes hemos ido desgranando la propuesta teórica de FREUD sobre la existencia de una vida pulsional en el interior de todos los seres humanos.

  1. PRIMERA TEORÍA DE LAS PULSIONES: PULSIONES DE AUTOCONSERVACIÓN vs. PULSIONES SEXUALES. En un momento inicial de su teoría (1910), FREUD describe dos pulsiones complementarias, las PULSIONES DE AUTOCONSERVACIÓN y las PULSIONES SEXUALES, cuando escribe: “Todas las pulsiones orgánicas que obran en nuestro psiquismo pueden clasificarse, como dice el poeta, en Hambre o en Amor”. Conocemos asimismo la importancia acordada al apoyo de las pulsiones sexuales sobre las de auto-conservación durante todos los estadios del desarrollo psicosexual (fase oral, anal, genital…) del infante.
  2. SEGUNDA TEORÍA DE LAS PULSIONES: PULSIONES DE VIDA-AMOR vs. PULSIONES DE MUERTE En 1920 FREUD enuncia la segunda teoría de las pulsiones, cuando reagrupa bajo el término de PULSIONES DE VIDA (también llamadas en 1939 pulsiones de AMOR) las dos precedentes (pulsiones de auto-conservación y pulsiones sexuales), oponiéndolas a las PULSIONES DE MUERTE.
  3. PULSIONES DE VIDA – F. SEXUAL – FUNCIÓN OBJETALIZANTE La función objetalizante es una manifestación de la función sexual, que se originarían en las pulsiones del Eros.
    P. MUERTE – F. DESOBJETALIZANTE – AUTODESTRUCCIÓN – VIOLENCIA La pulsión de muerte puede descargarse hacia el interior o hacia el exterior, en la medida en la que se inicie el proceso de desobjetalización
  4. La FUNCIÓN OBJETALIZANTE actúa mediante el INVESTIMIENTO y la VINCULACIÓN, lo que conduce a la SIMBOLIZACIÓN y al establecimiento de RELACIONES DE OBJETO GRATIFICANTES. Por su parte la FUNCIÓN DESOBJETALIZANTE procede a través del DESINVESTIMIENTO y la DESVINCULACIÓN, lo que conduce irremediablemente a la MUERTE PSÍQUICA y a la MUERTE DEL OBJETO.

A MODO DE CONCLUSIÓN: EL OLVIDO DEL BIEN

Por lo mismo que el homo sapiens se convierte realmente en ser humano mediante el proceso complejo de la humanización (por el que abandona la antropofagia e introduce la dimensión espiritual) la deshumanización puede de nuevo arrastrarlo a cometer las más inmundas bestialidades. El PROCESO DE HUMANIZACIÓN transcurre por un largo recorrido que pasa, en una etapa inicial, por las interacciones y relaciones precoces, y son sobradamente conocidos los efectos deletéreos para el psiquismo de los trastornos interactivos o aún peor del abandono y del mal trato infantil. Muy tempranamente se pone de manifiesto una característica esencial del psiquismo humano, la de necesitar como condición indispensable para su desarrollo a otro psiquismo humano. Esa característica esencial del psiquismo, la de necesitar otro psiquismo que lo potencia y lo modela, en el seno de una experiencia de mediación por la que se adviene como Sujeto, constituye el fundamento de la necesidad de comunicar y contactar con el otro sin la cual no hubiéramos adquirido el extraordinario polimorfismo de nuestra vida mental. Entre el Uno y el Otro se despliega por consiguiente un área de mediación psíquica, el ÁREA DE LA TIERCEIDAD, cuya función de transicionalidad y de tránsito rescata al individuo de su solipsismo para proyectarlo en la dinámica de la simbolización y de la civilización.

En la actualidad sin embargo las posibilidades de mediación psíquica se hacen cada vez más precarias, a pesar del ingente desarrollo de la “Sociedad de la Información”. Nunca el Hombre ha estado tan sólo. La televisión y los ordenadores, que a menudo le tienen compañía, no tienen vida psíquica. Podrán tener inteligencia, pero nunca podrán dotarse de lo más específico y recóndito del ser humano, sus pulsiones.

Nuestro periplo por el campo que la pulsión de muerte ha dejado a la merced de la violencia, no puede terminar sin denunciar un efecto directo de la fascinación que ejerce actualmente todo lo relativo a la destructividad. NOS HEMOS OLVIDADO DEL BIEN. La filosofía contemporánea, desde NIETZCHE hasta HUSSERL, ha contribuido sin duda alguna a este olvido que transcurre en paralelo a una fascinación por el mal que se refleja en las actitudes complacientes y voyeuristas de todo lo que se conjuga con violencia. El morbo de las situaciones trágicas y escabrosas es explotado por los medios de comunicación para aumentar sus audiencias, efectuando al mismo tiempo una apología de conductas que suelen ser imitadas por los más jóvenes. FASCINACIÓN POR LO INHUMANO, por lo violento, que está ganando la batalla al movimiento de objetalización y humanización, cada vez más relegado a una filosofía asistencial. Es ahí donde reivindicamos el papel revolucionario del psicoanálisis en tanto en cuanto instituye en el núcleo del Sujeto las pulsiones de vida, las pulsiones sexuales, las pulsiones de Amor, únicas competentes para reafirmar y fortalecer el PROCESO DE ENCUENTRO entre los seres humanos. Lo que hay sin duda de más subversivo en el pensamiento freudiano es que revoluciona la teoría de la subjetividad instalando en sus fundamentos el mito de la pulsión y haciendo del sujeto el sujeto de la pulsión.

1 Como decía Napoleón “al enemigo no se le odia sino se le combate”.

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