Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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Teoría del apego y psicoanálisis. Hacia una convergencia clínica

PDF: fernandez-teoria-apego-psicoanalisis.pdf | Revista: 33-34 | Año: 2002

II. CRITICAS A LA TEORÍA DEL APEGO

Como se puede observar en el sucinto resumen anterior, la teoría del apego en los 40 años transcurridos desde las primeras formulaciones de John Bowlby, ha recorrido un largo camino en el cual ha ido despojándose de algunos planteamientos de la propia teoría rebasados por la investigación (la insistencia en el objeto de apego único o múltiple, el acento puesto en el apego, fuente de confusión, para pasar a las modalidades de apego, la investigación basada en las respuestas a la separación para centrarse en la interacción, etc.). Al mismo tiempo, del abandono o crítica de “algunos” conceptos metapsicológicos, Bowlby pasó a una revisión total.

Además de cuestionar la primera teoría de la angustia y, con ella, los conceptos de pulsión, energía psíquica y los que se derivan de ellos, investidura, fijación, regresión, en general el punto de vista económico, Bowlby abandona también el desarrollo psicosexual en fases, por supuesto la preponderancia de la fantasía inconsciente y su origen en el interior del psiquismo, la agresión y la envidia “innatas” de la metapsicología kleiniana, etc.

A pesar de ello, cuando René Zazzo le pregunta, en el seno de los intercambios que mantiene con él a propósito del Coloquio imaginario antes citado si considera que su teoría es respecto a la metapsicología una demolición o una renovación, le contesta sin dudarlo que “una renovación”.

Las críticas a sus primeros trabajos (del 58 al 60) descritas más arriba que determinaron su abandono del “foro de debate” psicoanalítico han mantenido a las corrientes europeas (la kleiniana, el psicoanálisis teórico francés) y a la psicología del Yo americana al margen de sus desarrollos. (15)

En lo que respecta al psicoanálisis francés (que, por razones de afinidad cultural conozco un poco más) las posiciones críticas se han mantenido hasta el presente si bien, traer la teoría del apego a la palestra periódicamente para volver a recusarla resulta algo sospechoso…

La primera respuesta “oficial” a la nueva teoría aparece de la mano de Zazzo en el ya nombrado varias veces Coloquio imaginario. René Zazzo, profesor de Psicología en la Universidad de Nanterre, elabora un artículo apasionado (16) denunciando la “conspiración de silencio” que se cernía sobre los trabajos de Bowlby desde 1958 –es decir, ¡14 años antes!– y sobre todo de que la obra principal, la trilogía sobre el apego, que comenzó a aparecer en 1969, no encontraba editor en Francia. Zazzo hace circular su artículo entre un grupo de especialistas (etólogos, paidopsiquiatras y psicoanalistas) que reaccionan por escrito a su texto, reacciones que remite a sus interlocutores recogiendo de vuelta sus segundas reacciones. Con todo ello se elabora un libro publicado en 1973, reeditado en 1979 y en 1991.

He leído varias veces ese texto tratando de encontrar posiciones teóricas que, en mi opinión, pudieran sostener una crítica consistente. Y, como no lo consigo, entresaco textos que someto a su consideración y asumo el riesgo de hacerlo sospechosamente:

“Tomando por ejemplo el registro de la agresión… el trabajo de Lorenz es muy interesante… pero yo, por mi parte, sólo conozco las fantasías agresivas…” (S. Lebovici, pag 83).

“El apego es la necesidad, pero el azar de la historia es el que da fundamento a la vida mental…” (S. Lebovici, pag. 84).

“Si bien las concepciones de Bowlby nos hacen ver de otra manera la realidad biológica del desarrollo libidinal, no tienen ninguna incidencia sobre la experiencia clínica del psicoanalista. El trabajo de éste se ocupa de representaciones y fantasías, de conflictos, defensas y afectos, dicho brevemente sobre lo libidinal y no sobre sus bases biológicas…” (D. Widlöcher, pag. 92).

En mi criterio, el clásico problema planteado por Ricoeur sobre la adscripción del psicoanálisis (a la hermenéutica o a las ciencias naturales) establece una censura imposible de rellenar entre dos órdenes de discurso.

Con todo, el Coloquio de Zazzo se plantea sobre los orígenes de la teoría del apego, sobre su alineamiento con la etología y la biología, pero en 30 años más, muchos cambios han sobrevenido.
Hace menos de un año, Diciembre 2000, uno de los participantes en el Coloquio de 1971 ha animado un nuevo coloquio: Daniel Widlöcher ha tomado el papel de Zazzo y ha propuesto a diversos psicoanalistas debatir el problema… El resultado es un libro “Sexualidad infantil y apego”, en el cual Jean Laplanche, Peter Fonagy y otros “reaccionan” al texto de Widlöcher.

Como me sucede lo mismo que con el anterior, volveré a la “entresaca” sospechosa:

“Amor de objeto y autoerotismo coexisten a lo largo de la infancia. Las condiciones de satisfacción no son las mismas. El amor de objeto está dirigido a una persona real, un “otro”… A diferencia del amor de objeto, la sexualidad infantil se construye a partir de una exigencia interna y obtiene su satisfacción en una actividad auto-erótica psíquica y/o física. Aquí el objeto solamente representa al actor a quien se le da un papel en el escenario imaginario. Es intercambiable…” (D. Widlöcher, pag. 21)

“La teoría que propongo es que la sexualidad infantil no tiene nada que ver con programas genéticamente determinados… Tiene que ver con la pura subjetividad propia de la actividad fantasmática”. (D. Widlöcher, pag.31).

“El apego surge, entendido en sentido amplio, del territorio de la autoconservación y del instinto”…. “el apego no es más que una parte de los comportamientos instintivos de autoconservación” (J. Laplanche, pag. 73).

No puedo estar de acuerdo con este modo de plantear el problema: Como no podemos desalojarlos, ignorémoslos haciéndonos sitio al lado.

La actividad autoerótica que encuentra su objeto en el fantasma sólo es posible (esto es lo que se ve en la clínica) si la “subjetividad” de la que habla el autor ha podido realizarse en la relación amorosa con el objeto primario. Quien no se ha constituido en sujeto no tiene autoerotismo ni fantasma; tiene actividades de descarga (como hacen los niños con trastornos graves, golpeándose o hiriéndose; o como hacen algunos adultos que, con gran frecuencia, no tienen actividad autoerótica o utilizan lo que parece erotismo al servicio de necesidades más básicas…).

“Contrariamente a la hipótesis freudiana, la alucinación no es anterior a la experiencia real; se apuntala sobre ella, confiriéndole un sentido nuevo”. (D. Widlöcher, pag. 32).

“La pulsión, tal como nosotros la concebimos es no adaptativa, incluso diríamos anti-adaptativa; inscrita en el cuerpo y en la biología, no es, sin embargo, de origen genético, sino que debe su especificidad a la relación adulto-niño…” (J. Laplanche, pag. 67)

“El hombre, en cuanto a su sexualidad, está sometido a la mayor de las paradojas: lo adquirido pulsional precede en él a lo innato instintual; de tal manera que la sexualidad instintual, adaptativa, en el momento en que surge encuentra –por así decir– “la plaza ocupada” por lo pulsional infantil, antes y siempre presente en el inconsciente”. (17) (J. Laplanche, pag. 75)

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