Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

Teléfono: 640 831 951sepypna@sepypna.com
Domicilio social: C/ Sta. Isabel, 51 - 28012 Madrid
Aula formación: C/ Montesa, 35 - 28006 Madrid

Cuidar a los cuidadores. Trabajo con un grupo de cuidadores de hogares para adultos con discapacidad intelectual y trastorno mental severo

PDF: roca-cuidar-a-cuidadores.pdf | Revista: 45-46 | Año: 2008

APROXIMACIÓN TEÓRICA

La idea inicial fue de pensar en un grupo Balint, donde los participantes pudiesen plantear su tarea y llevarla a refl exión y discusión. Si bien, desde la primera sesión, el funcionamiento de grupo se dirigió hacia la idea de Bion de grupo de trabajo.

Las situaciones creadas estaban cargadas de emoción y, estas emociones eran, en mi opinión –sin que los participantes tuviesen mucha conciencia– vividas por todos los miembros del grupo, los cuales se expresaban con una gran sinceridad y motivación por la tarea.

En muchos momentos, el grupo parecía funcionar como una unidad, un todo, encontrándome llevándolos a observar y a observarse, de manera que los hechos que iban discutiendo adquirían nuevos significados.

Me fui planteando el concepto de “mentalidad grupal”, o sea la actividad mental colectiva donde podían hacerse nuevas hipótesis a partir de la visión de la experiencia y, por lo tanto, ir adquiriendo nuevos significados a medida que la observación e investigación continuaba. Aparecían los conflictos y contradicciones de forma inconsciente. De esta manera el grupo fue moviéndose también por diferentes supuestos básicos, permitiendo así poder comprender mejor los fenómenos emocionales que se daban.
Repasaré brevemente el concepto de “supuestos básicos”: Éstos están configurados por emociones intensas de origen primitivo, consideradas básicas precisamente por este motivo. Su existencia determina la organización que el grupo adopta y el modo con el que afronta la tarea, por lo tanto, el grupo va mostrando evidencias de los supuestos básicos subyacentes o del que está activo en cada momento; expresando así como fantasías grupales, de tipo omnipotente y mágico, para poder obtener unos fines o satisfacer deseos. Son impulsos inconscientes que tienen fuerza e idea de realidad.

Diríamos que cuando el grupo funciona bajo un supuesto básico es opuesto a cuando el grupo funciona según una estructura de “grupo de trabajo”.

Bion define tres supuestos básicos:

  • Supuesto básico de dependencia: Reunido porque alguien da al grupo la satisfacción de todas las necesidades.
  • Supuesto básico de ataque y fuga: Convicción de que hay un enemigo al que hay que atacar y huir de él.
  • Supuesto básico de apareamiento: Creencia colectiva de que las necesidades del grupo las resolverá un hecho futuro o un ser no nacido (Mesiánico).

Por lo tanto, son fantasías omnipotentes acerca de cómo se resolverán los confl ictos. En el material podremos observar momentos en los que el grupo se mueve desde grupo de trabajo, con capacidad de cooperación y esfuerzo, a grupo de supuestos básicos.

La revisión del modelo transferencial de Grupo Balint muestra también mucha afinidad con las características del trabajo grupal realizado con los cuidadores, se tuvo muy en cuenta un riesgo notable y continuamente presente que es que el grupo pase a ser un grupo terapéutico en el que los participantes vean al conductor como un terapeuta al que consultan por los problemas de sus usuarios y los propios.

La similitudes observadas con el grupo Balint fueron:

  • La relación médico-paciente, es aquí cuidador-residente.
  • El objetivo de trabajo es, también en un contexto grupal, analizar los aspectos conscientes e inconscientes presentes en las situaciones asistenciales habituales, que por algún motivo (conocido o desconocido) resultan confl ictivas para el ejercicio profesional.
  • La personalidad del cuidador y la relación cuidador-residente son fundamentales en la tarea asistencial.
  • Sobre el encuadre laboral coincide plenamente cuando pretende crear un espacio donde el cuidador pueda expresar sentimientos e interrogantes de su práctica asistencial y, a la vez, sentirse en una atmósfera comprensiva, crítica y solidaria con ellos.

El análisis partiendo de este modelo sería muy sugerente, si bien, pensamos que no es el objetivo de este trabajo y, por lo tanto, hemos querido exponer brevemente los aspectos nucleares de esta experiencia.

EVOLUCIÓN DE LA EXPERIENCIA

6.1 Encuadre

El marco del grupo fue de frecuencia mensual, realizado siempre en la misma sala en un espacio de la institución y no de los hogares, con una duración de una hora y cuarto. En dos períodos de un año y medio, con un año de interrupción entre ellos.

La primera experiencia fue desde febrero de 2001 hasta junio de 2002, los cuidadores fueron siempre los mismos, excepto la marcha de una de las cuidadoras, a finales del año 2001.

La continuación de la experiencia se realizó de marzo de 2003 hasta junio de 2004, este período se caracterizó por diferentes relieves, muchos de los que habían participado en el primero iban situándose en su proyecto laboral y personal. El trabajo en festivos y horario nocturno que requieren los hogares, exige un perfil profesional de persona joven con una formación en educación social o cursando una formación más ámplia, como psicología, trabajo social o formación postgraduada que se inicia en el mundo del trabajo con esta experiencia entre dos y cinco años de duración. El número de mujeres era muy superior al de hombres, diez y tres respectivamente.

PRIMER GRUPO
Asistieron todos los cuidadores animados y dispuestos a mostrar la labor que hacían tanto en los días laborables como en el fin de semana, que es cuando pasaban más horas juntos. Como conductora de grupo me resultó un poco difícil distinguir un hogar de otro, era importante para mí no preguntar demasiado y que ellos libremente fueran explicando, pidiendo de vez en cuando alguna información complementaria.

Fue en la segunda sesión donde una de las cuidadoras de fin de semana afirmó “el exceso de empatía que tenía con los usuarios y como le dolía cuando a veces tenían problemas para que les dejasen entrar en las discotecas”.

Este comentario nos llevó a que pudieran ampliar entre todos lo que hacían durante el tiempo libre, tanto entre semana –que explicaban que algunos usuarios salían a comprar, a dar una vuelta o a tomar un cortado– como en el fin de semana, que planificaban excursiones largas en furgoneta o las ya mencionadas idas de discoteca, salas de baile o espectáculos de calle. Me hicieron sentir que me querían mostrar con entusiasmo, un amplio abanico de experiencias de vida que los cuidadores en gran medida ofrecían a los usuarios.

Fue en los pequeños comentarios –como que un usuario en estos trayectos largos se dormía o, por ejemplo, otro usuario que lo debían animar mucho para ir a la discoteca porque según los cuidadores éste no haría nada– que pudimos ir diferenciando en el grupo que a veces había muchas más ganas de estimularlos que el propio entendimiento de las limitaciones y sus necesidades reales. Fueron los mismos miembros del grupo, especialmente los que estaban con ellos entre semana que pudieron ayudar a pensar como algunos de los residentes necesitaban ir poco a poco, tenían más dificultades de las que parecía y como muchas veces seguían actividades para complacer a los monitores más que porque ellos las deseaban. Este descubrimiento, aparentemente tan sencillo en un primer momento, inquietó al grupo de cuidadores pero se resolvió con mucha valentía y confianza y, sobretodo sinceridad, que les permitió asociar diferentes situaciones que ellos habían observado y que les había producido incomodidad.

De estas primeras sesiones, donde los cuidadores estaban tan contentos de la independencia y gran dinámica del grupo, iban surgiendo observaciones y dudas ante diferentes situaciones. Por ejemplo, la asistencia de los usuarios a la boda de un cuidador los llevó a recapacitar que la actuación fuera de lugar de una residente, ahora la podían entender mejor como momentos intensos de celos. También como situaciones que en un principio se habían considerado muy vivificantes y normalizadoras acababan siendo excesivamente excitantes y generadoras de conflicto. Esta nueva dimensión llevó al grupo a debatir qué hacer pues, ¿se les debía dejar encerrados en casa? ¿Cómo encontrar la medida? El grupo iba entendiendo el gran valor que tenía el observar qué necesitaban los usuarios, pasando de un registro más maníaco a una posición más realista y depresiva.

En posteriores sesiones, y fruto de esta observación, los cuidadores debatieron largamente sobre la necesidad de un espacio donde los usuarios pudiesen tener relaciones sexuales dado que las habitaciones eran dobles, por parejas del mismo sexo. Entendían que éste no era el problema, sino el cómo ayudar a encontrar la dimensión emocional que quizá desde fuera parecía que requería un espacio de relaciones sexuales pero cuando lo fuimos entendiendo desde dentro, dolorosamente, se fue captando el mimetismo del apareamiento y el efecto descarga que algunos usuarios querían conducir hacia este tipo de relaciones sin que hubiese una verdadero deseo de formar pareja. Ahora comprendían más los cuidadores las conductas de imitación, producto de compartir con sus cuidadores “ídolos” experiencias personales como eran las bodas, y como “integraban como si” esta experiencia en su vida cotidiana.

Cuando quedaban dos sesiones para finalizar el tiempo proyectado, los monitores de días laborales aportaron al grupo la preocupación de cómo actuar en momentos en que se presentaban urgencias. En el grupo surgió una reflexión ámplia sobre el qué hacer, por un lado mostraban la impresión que aguantaban demasiado y, por el otro, que no tenían unos puntos claves de saber qué hacer en momentos de crisis, descompensaciones fruto de ansiedades masivas. También surgía la queja del rol que jugaban sus familias y cuál debía ser la responsabilidad de la institución.

Me pareció que no solamente en estas últimas sesiones aparecía la ansiedad de qué hacer ante los momentos de crisis sino que también el qué hacer ante el final de esta experiencia. Verbalicé que probablemente lo que más los podía ayudar era si imaginábamos a una madre delante de su niño, intentando no asustarse, pudiendo evaluar la gravedad de la situación. El grupo trabajó para comprender mejor sus posibilidades y limitaciones intentando diferenciar cual debía su función.
Fueron en estas experiencias intensas donde en el grupo se daba una oscilación pasando de funcionar de supuesto básico a hacer el esfuerzo de acercarse a las incertidumbres y desazones inherentes a la tarea de atender a personas con discapacidades importantes, con poco lenguaje y ansiedades muy primitivas, rodeadas de familias con carencias, incluso, muchos de ellos ya huérfanos y/o con referentes familiares casi inexistentes.

Todo eso sirvió en el grupo para ponerse en contacto con la dureza y sufrimiento de su labor, a la vez que entendían que no podían culpabilizar a las familias si no hacerse cargo de las situaciones y ayudar a las personas del hogar a poder preservar, tan presentes y vivas en su mente como pudiesen, a sus familias, frente al sufrimiento de abandono que tantas veces surgía. Las ideas que salieron entre los cuidadores fueran de favorecer experiencias nuevas y creativas hechas a medida, para mantener ilusionados a los miembros del hogar en este nuevo espacio de vida.

El grupo de cuidadores de entre semana tenía estos aspectos más estructurados, había un organización externa más contenedora y pautada, con tareas, hábitos y ocio que facilitaban el día a día en el hogar. Además los usuarios trabajan entre semana donde también se posibilitaba una estructura estable y contenedora. Era en los días festivos cuando los cuidadores quedaban como representantes de atender según algunos usuarios a los más “abandonados”, las pautas de entre semana no servían demasíado durante los días de fiesta, para los usuarios los cuidadores del día a día eran los referentes y todo lo que pasaba el fin de semana era transmitido, para bien o para mal, a su monitor el lunes.

El grupo permitió, al ponerlo en común, entender más la realidad cambiante de los usuarios y las actividades que se iban proponiendo tenían finalidades profundas, no sólo la de llenar el tiempo sino calmar las ansiedades catastróficas que los individuos sufren cuando se sienten abandonados.

En estas cuestiones finalizó la primera etapa, con la incertidumbre de saber si más adelante esta experiencia podría continuar.

Páginas: 1 2 3

Subir