Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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El dibujo del niño psicótico en las etapas evolutivas del modelo de Lowenfeld

PDF: redondo-rodriguez-dibujo-nino-psicotico-lowenfeld.pdf | Revista: 53 | Año: 2012

Drawing of psychotic child in the developmental stages of Lowenfeld’s model

Iratxe Redondo Rodríguez
Licenciada en Psicología. Universidad de Deusto.

Ana Estévez Gutiérrez
Doctora en Psicología. Universidad de Deusto. Facultad de Psicología y Educación.

RESUMEN

Este estudio tuvo como objetivo principal determinar cómo se sitúan los niños psicóticos, en relación con lo esperado para su edad en las etapas evolutivas del dibujo del Modelo de Viktor Lowenfeld (1972), y verificar si existen diferencias al compararlos con un grupo de niños con trastornos neuróticos. Para ello se seleccionaron 15 niños psicóticos y 15 neuróticos, y se recogieron muestras de dibujos de sus historias clínicas. Los dibujos se categorizaron siguiendo un instrumento diseñado ex profeso y basado en el modelo de Lowenfeld. Los resultados mostraron, que el 100% de los niños psicóticos elaboraban dibujos que se encontraban en etapas menos evolucionadas de las que por edad cronológica les correspondían. En relación a los niños con trastornos neuróticos, las diferencias fueron notables también en detrimento de los primeros.

PALABRAS CLAVE: simbolización, dibujo, niño psicótico, etapa evolutiva.

ABSTRACT

This study had as main objective to determine how psychotic children are placed in the developmental stages of Viktor Lowenfeld’s Model (1972) in relation to expectations for their age, and also to verify whether there were differences when compared with a group of children with neurotic disorders. With this purpose 15 psychotic and 15 neurotic disordered children were selected, and drawing samples were collected from their medical records. Drawings were categorized according to a measuring instrument based on Lowenfeld’s Model. The results showed that 100% of psychotic children elaborated less developed drawings comparing to their chronological stage. In relation to children with neurotic disorders, substantial differences were also encountered to the detriment of the former.

KEYWORDS: symbolization, drawing, psychotic child, developmental stage.

INTRODUCCIÓN

La capacidad simbólica está en la base de la cognición humana y de la cultura, considerándose el aspecto que mejor nos distingue del mundo animal (Deloache, 2004). La participación en cualquier sociedad exige del conocimiento de los sistemas simbólicos que rigen su funcionamiento, tales como los sistemas de escritura, los sistemas numéricos, y a mayor escala los sistemas filosóficos, éticos y religiosos (Deloache, 1995).

La capacidad de simbolización o representación está muy unida al desarrollo del pensamiento y de la inteligencia, y es un pilar fundamental para poder lograr una adaptación adecuada a las exigencias del entorno. Gracias a ella, podemos evocar lo ausente y mantener una constancia de las personas y los objetos; inventar códigos de comunicación compartidos; orientarnos en el espacio y en el tiempo; formar conceptos que nos permiten organizar mejor la realidad ahorrando recursos psíquicos; hablar, leer, escribir y contar; asociar experiencias; anticipar eventos; pensar cómo pueden sentirse los demás y cuáles son sus intenciones; imaginar e inventar (Ahn, Gelman y Amsterlaw, 2000; Berger, 2007; Deloache, 1991; Papalia, Wendkos Olds y Duskin, 2001;Piaget e Ildeher, 2000).

La capacidad simbólica empieza a desarrollarse desde el nacimiento. Autores como Piaget (1961) sitúan la aparición de la misma alrededor de los 2 años de edad, cuando el niño puede ya formar imágenes mentales de objetos y acciones, y utilizar otros elementos (palabras, números, dibujos, etc.) para hacer referencia a ellas. Aunque esta edad de inicio concreta ha sido cuestionada por otros autores (Bonnet, 1983; Gibson y Walter, 1984; Zelazo y Clinton, 1993; Zelazo, Kearsley y Snack, 1993; Swain, 1993), se considera que a partir de ese momento su evolución hasta la edad adulta va siendo cada vez mayor.

Los problemas en la adquisición o en el desarrollo de la capacidad de representación repercuten gravemente en todos los aspectos cognitivos mencionados con anterioridad. Uno de los colectivos de la población clínica que mayores problemas de simbolización presenta es el que forman los pacientes con trastornos psicóticos (Epelbaum, 1997; Herrera, Alcatud, Jordan, Blanquer, Labajo y De Pablo 2008; Pestalozzi, 2003; Wetherby, Prizant y Hutchinson, 1998). Desde sus inicios, el término “psicosis” y por extensión el término de “trastorno psicótico” fue problemático y controvertido. Nunca existió una conceptualización y delimitación clara del mismo, y la aceptación de que pudiera desencadenarse en la infancia siempre se puso en entredicho (Ajuriaguerra y Marcelli, 2004). Sin embargo, con el tiempo ha logrado tener entidad propia dentro de las Teorías Psicodinámicas. Éstas teorías, utilizan la Clasificación Francesa como instrumento diagnóstico (CFTMEA-R, 2002), donde se establecen cinco grandes categorías de psicosis infantil: Autismo Infantil Precoz de Kanner; Otras formas de autismo; Psicosis precoz deficitaria; Síndrome de Asperger y Disarmonías psicóticas. Si tratamos de encontrar una equivalencia en el DSM-IV-TR (2001) o la CIE-10 (2001), advertiremos que no se contemplan formas de “psicosis infantil”. En su lugar, aparece el término “Trastornos Generalizados del Desarrollo” (TGDs), con el que se puede establecer una correspondencia aproximada. En todos los cuadros clínicos descritos tanto en la CFTMEA como en la CIE-10 o el DSM-IV-TR, se hace referencia a una serie de síntomas característicos de la “psicosis infantil” o de los “TGDs”. Algunos de éstos, tienen como base las dificultades en la capacidad para simbolizar.

Los síntomas a los que se hace referencia son los siguientes: El pensamiento resulta incoherente y desordenado con presencia de asociaciones extrañas, llegando incluso al delirio en algunas ocasiones. Esta desorganización repercute negativamente sobre los procesos de atención y razonamiento lógico. El lenguaje carece de intencionalidad comunicativa, y frecuentemente aparecen neologismos y ecolalias. Por otro lado, las expresiones afectivas y emocionales resultan incoherentes con el estado de ánimo, y pueden oscilar mucho de ser exageradas, a ser inexistentes. Así mismo, es posible que se den alteraciones sensoperceptivas, manifestándose en forma de alucinaciones bajo cualquier modalidad sensorial (especialmente auditivas o visuales), así como en forma de alteraciones perceptivas del propio cuerpo (fragmentación, cambio corporal, etc.). Como resultado de todo ello, el comportamiento resulta perturbado y desorganizado (Ajuriaguerra y Marcelli, 2004; Equipo docente y terapéutico del Centro de día Terapéutico-Educativo de Ortuella, 2005; Remschmidt, 2005).

La mayor parte de las investigaciones centradas en las dificultades de simbolización en la infancia y sus repercusiones sobre otros aspectos de la vida del niño se circunscriben a la influencia negativa que éstas tienen sobre el juego simbólico y el lenguaje. En ellas, se ha encontrado que los niños psicóticos muestran grandes dificultades y retrasos respecto a los niños que no tienen este diagnóstico (Ajuriaguerra y Marcelli, 2004; Garcia, 1995; Gray y Tonge, 2001; Kasari, Freeman y Paparella, 2006; Kernberg, 1997; López, 2005). El dibujo y la escritura, han sido también investigados, especialmente desde una perspectiva interpretativa, tratando de establecer correspondencias entre las características formales/estructurales de éstos, y aspectos de la personalidad y el mundo interno de las personas que los realizan (Cabrera, 2009; Hammer, 1976; Koch, 1980; Pulver, 1953; Speier, 1961; Vels, 1949; Viñals, 1999;).

Sin embargo, aunque las investigaciones en la rama interpretativa están muy desarrolladas, actualmente existe una carencia de investigaciones en las que se estudie de forma sistemática y completa el grado de desarrollo evolutivo de los dibujos de los niños psicóticos respecto a los niños de su edad. Así mismo, tampoco se conocen instrumentos de medida que puedan utilizarse con este fin.

Uno de los modelos del desarrollo evolutivo del dibujo infantil más reconocido a nivel mundial es el propuesto a principios de los años 70 por Viktor Lowenfeld (1972). Éste autor, intentó explicar de forma sistemática la evolución de los dibujos infantiles en función de la edad. A través de sus estudios, trató de determinar qué características (motivos, elementos, formas de ejecución, etc.) eran comunes en los dibujos de los niños de una misma edad, descubriendo la existencia de una evolución en la realización del dibujo, y de unas etapas en las que ésta discurre. Las etapas propuestas por Lowenfeld son las siguientes:

Etapa del Garabateo (2-4 años).

En esta etapa, el niño va avanzando desde no apreciar relación alguna entre los movimientos que realiza con su mano y el trazo que aparece en el papel, hasta llegar a ser totalmente consciente de esta relación. El mayor control motor que adquiere, le permite realizar movimientos de barrido, líneas verticales, y círculos. Al final de la etapa, los garabatos empiezan a tener intención de representar algo, es decir, surge la capacidad simbólica como tal. Las primeras representaciones intencionales son de la figura humana. Éstas estarían formadas por un círculo que emularía la cabeza, del que salen unos “brazos” horizontales o verticales..En relación al color, éste tiene un papel muy secundario.

Etapa Preesquemática (4-7 años).

Las representaciones de objetos y figuras empiezan a ser reconocibles para el adulto. En el caso de la figura humana, aparece el tronco o algo que se le asemeja.

Como elementos constituyentes de las figuras, predominan los redondeles y los bastones, que son yuxtapuestos para formar brazos, cabezas etc., pero si éstos se aíslan del dibujo completo, dejan de ser reconocibles. Las proporciones entre los elementos o figuras no se respetan, asignando tamaños mayores o menores de acuerdo con los sentimientos y emociones que éstos le despiertan.

La disposición de los objetos en el espacio es totalmente arbitraria, porque los organizan desde un punto de vista egocéntrico, en relación consigo mismos y su propio cuerpo.

Con respecto a la elección del color, ésta continúa siendo arbitraria.

Etapa Esquemática (7-9 años).

Las figuras empiezan a realizarse a modo de “esquema”, repitiendo continuamente su estructura, solo con alguna variación. Las proporciones entre los elementos siguen sin respetarse, pudiendo exagerarse o suprimirse algunas partes en función de sus intereses.

Respecto a la organización espacial, el avance más significativo es la aparición de la “línea de base”(o en su defecto el borde del papel) sobre la que organizan todos los elementos del dibujo. La utilización de dos líneas de base es indicativa de un mayor desarrollo y un paso hacia la perspectiva. Los problemas que les genera la tercera dimensión, los resuelven representando los elementos que son verticales (personas, casas, etc.) frontalmente, mientras que los horizontales (campos cultivados, piscinas, carreteras, etc.) se representan a modo de “vista de pájaro”.

Son frecuentes los dibujos “en rayos X”, que consisten en realizar transparencias donde en realidad no debería de haberlas. A veces utilizan varios folios para representar los diferentes momentos de un suceso, o de secuencia temporal completa (por ej. un día).

El uso del color se vuelve rígido en esta etapa, de forma que siempre utilizan los mismos colores para representar los mismos objetos (cielo azul, hojas verdes, etc).

Etapa del comienzo del Realismo (9-12 años).

Las figuras empiezan a ser mucho más elaboradas, tratan de caracterizarlas muy bien, con gran cantidad de detalles (niño con pantalones, niña con falda y coletas, etc.). Se supera la yuxtaposición de elementos, y cada parte empieza a tener sentido aunque se aísle del dibujo completo.

Las proporciones comienzan a respetarse, sin que se exageren ni reduzcan los tamaños arbitrariamente. En este caso, tampoco se dan omisiones voluntarias.

En relación al espacio, la aparición de elementos en distintos planos sustituye la “línea de base”. Adquieren, además, la capacidad de “superposición” de unos elementos a otros, es decir, empiezan a ser conscientes de que lo que está en primer plano, tapa lo que está en segundo plano, y así lo representan también en los dibujos.

Los colores van acordes con la realidad, pero la relación elemento-color no es ya tan rígida como antes. El color empieza a utilizarse con matices (por ejemplo, verde hierba, verde árbol).

Etapa del Razonamiento (12-14 años).

A esta edad los dibujos se vuelven muy realistas, tratan de elaborarlos con mucho detalle, poniendo mucho énfasis en la anatomía humana (pechos, músculos, articulaciones). Las características sexuales de los personajes pueden ser muy exageradas. Su creciente sentido del humor y la crítica y constante a todo lo que les rodea, les lleva a representar el mundo de forma satírica y a través de las caricaturas.

Tabla 1: Diferencias en variables descriptivas de la muestra

En este momento introducen la perspectiva en los dibujos (modifican el tamaño de los objetos con el alejamiento siguiendo un “punto de fuga”) y también utilizan claroscuros y sombras, que dan noción de profundidad.

La revisión de la literatura realizada no ha mostrado que Victor Lowenfeld estudiara cómo se desempeñaban los niños psicóticos en la realización de los dibujos, ni de los niveles que éstos alcanzaban en las etapas evolutivas del dibujo que él propuso. Sin embargo, cabe esperar que dadas las dificultades que presentan en la capacidad simbólica o de representación, realicen dibujos que por sus características, se sitúen en etapas evolutivas previas a las que por edad les correspondería encontrarse. Tampoco se ha investigado cómo se desenvuelven los psicóticos en relación a niños que presentan otro tipo de patologías más leves (trastornos neuróticos).

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