Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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El tratamiento de la psicosis en hospitales de día

PDF: alcami-tratamiento-psicosis-hospitales-dia.pdf | Revista: 39-40 | Año: 2005

Al iniciar el tratamiento era muy difícil de manejar, lloraba constantemente, no con ello reclamando un intercambio afectivo, sino que se le permitiera su excitación motriz estereotipada, la cual acababa aumentando su nivel de angustia y dificultaba aún más que mostrara interés por su entorno.

Al poco tiempo realizó un vínculo claro de apego a su terapeuta, lloraba intensamente cuando ella no estaba cerca, reclamaba continuamente su presencia, sin servirle los otros terapeutas como sustitutos.

Progresivamente se apreciaban cambios en su patrón de relación: era más fácil sacarle de sus conductas de aislamiento, empezaba a utilizar los objetos como se le proponía y disfrutaba de ello. El trabajo en el Hospital de Día fue especialmente difícil cuando empezó a abandonar sus conductas estereotipadas y autoestimulatorias. Su nivel de angustia era muy intenso. Ni los giros sobre sí mismo ni el de los objetos le servían ya para calmarse … pero la atención que reclamaba del adulto era difícil de sostener y uno llegaba a sentir que la contención que le podía ofrecer nunca iba a ser suficiente para él.

En el entorno familiar paralelamente a lo que estaba ocurriendo en nuestra Unidad, Daniel se mostraba inconsolable. Numerosísimas cosas cotidianas le provocaban rabietas muy intensas y los padres no comprendían por qué surgían. Aunque su capacidad de intercambio con el mundo había aumentado claramente, la madre lloraba desesperada en el grupo de padres porque no podía manejarlo. La satisfacción que le podía producir descubrir las nuevas señales de interacción y relación con su hijo parecían desaparecer cuando tenía que enfrentar sus rabietas. Ella contaba cómo en esas circunstancias llegaba a incitar al niño a que utilizara de nuevo los objetos de forma estereotipada, le ponía el triciclo boca abajo y le giraba los pedales como tantas veces había hecho él anteriormente… pero él ya no mostraba interés por ello y todavía se enrabietaba mas. Hubo que sostener mucho a la familia para que pudieran aceptar que estábamos en una etapa difícil pero que era imprescindible atravesarla para que se diera un cambio real en el niño”.

La cura no tiende sólo a modificar la sintomatología superficial; los efectos se valoran principalmente a partir de la aparición de nuevas formas de funcionamiento mental y de los intercambios con el otro, de la aparición de capacidades de contención y de representación, del dominio de la diferenciación entre sí mismo y el otro, en un proceso en el que niño accede poco a poco a modalidades defensivas menos limitantes.

En la tarea diaria en el Hospital de Día utilizamos medios educativos para presentar el mundo al niño. No realizamos una propuesta curricular educativa como en la escuela. Empleamos el acercamiento al aprendizaje como un camino lúdico y formativo. El niño debe ser capaz de echar mano de sus representaciones mentales sensorio-motrices previas para enfrentarse más eficazmente a nuevas situaciones, inventará así nuevos métodos de actividad y resolverá meter una pieza en la caja, hacer una torre…; además el objeto tiene que permanecer más allá que como elemento que le permite ejecutar acciones y ello le llevará a buscarlo con entusiasmo. El desarrollo cognitivo y el desarrollo emocional caminan necesariamente de la mano. Así el conocimiento de colores, formas, el nombrar, la realización de encajes y collares se unirán a las canciones, los juegos… el reconocimiento de las partes del cuerpo, el ordenar temporalmente una historia.

En el grupo de pequeños se cantan muchas canciones y el contacto corporal está muy presente. Se aplaude y celebra que Juan fue capaz de poner la ficha azul con las otras azules… lloraba mientras lo hacía, probablemente porque esa acción exige que deje de balancearse en la silla, luego él también se aplaude y sonríe y mira a su terapeuta, con la cara tan llena de mocos uno no sabe si quiere seguir riendo o volver a llorar; a Jorge hay que quitarle la pieza que gira una y otra vez para que nos mire y ponga la ficha roja con las rojas, comprende y realiza rápidamente lo que se le propone, pero no parece importarle nuestra reacción; Ignacio esperaba con ansia su turno.

Que mire cuando se le llama, que se fije con interés en lo que el otro niño hace y aplauda con los terapeutas…, que sea capaz de designar por el gesto un objeto, son logros que indican que empieza a organizarse.

En el grupo mediano se ríen, han hecho una torre alta juntos y al son del 1, 2, 3 la han tirado y todos corren a coger del suelo algún cubilete. En su mesa se conocen los colores, las formas; los animales se pueden nombrar, así como sus características: grande, pequeño; conocen los ruidos y sonidos y lo que representan: un timbre, una campana, un ladrido…; para qué sirven las cosas: la llave para abrir la puerta, la cuchara para comer… A Alicia le acaban de quitar los pañales y hay que salir corriendo con ella al baño cuando nerviosa dice pis. Todavía no saben dibujar, pero intentan poner ojos, y orejas y sonrisa al círculo que les dibujó Mati, alguno incluso piernas y brazos… Las palabras irán surgiendo poco a poco, con ese sentido real que abre a la vez lo representacional, arrastrando un mundo tras ellas. Jaime siempre ha hablado con ecolalias, con ese soniquete especial que acompaña a la palabra que en realidad no lo es. Sigue muy metido en su mundo pero ahora alguna palabra parece tener sentido cuando la utiliza; no dejará de sorprendernos, quiere continuar dibujando, se le pide una casa y hace una cama… se le pide de nuevo una casa y la hace: la cama y la casa (Figura 1). Como los demás sabe nombrar las partes del cuerpo y con ellos y tras la careta juegan a sacar la lengua o a ver los ojos azules de Jaime.

En el grupo de mayores la palabra, el vehículo más preciado para nosotros, transita en la actividad grupal. Mientras se hacen collares se elige color, se habla de quién lleva collar y pulseras en casa… se manejan conceptos simbólicos; el material pedagógico permite hacer una historia, en los juegos crear las reglas. Los dos extremos de la pulsión se sientan alrededor de la mesa: una excitación motriz y una agresividad intensas o una anulación del mundo pulsional que de tan controlado origina apatía, inhibición y obstaculiza la flexibilidad y movilidad de los procesos mentales. En ambos casos se dificulta la elaboración de una actividad simbólica propia que asegure el control adecuado de la angustia. En el grupo las frustraciones, las dificultades para seguir las normas hay que manejarlas… y Pedro tuvo que estar sentado alejado de la mesa unos minutos como castigo por tirar las cosas; Carmen se puso a llorar cuando se le castigó. Ana, su terapeuta, sabe que a ella hay que tranquilizarla hablando; pero con Oliver, cuando está absorto mirando sus manos, es más efectivo acariciarle el brazo. Las tijeras, el pegamento, el lápiz… se usan con más frecuencia y hoy todos quisieron venir con sus dibujos a este relato y han dibujado una cara… es curioso que el dibujo de Oliver se parece a Pepe con su pelo rizado y que Pepe puso a su dibujo el pelo tieso que tiene Oliver (Figura 2). Carlos, desde que volvió de vacaciones está más triste y regresó a su lenguaje ecolálico y a su aislamiento… pero cada vez dibuja áas, ha dejado los rayajos que hacía hace unos meses…. dibujó también una casa, soles muchos soles y coches.

La comida es el momento menos deseado para la mayoría. La sala común se hace más grande, la puerta corredera que cierra el espacio de los pequeños se abre y pasa a pertenecer a la grande; los mayores salen de su cuarto, divertidos arrastran dos de las mesas y llevan las sillas para que haya sitio para todos. Hay que lavarse las manos y hacen fila en la puerta del baño, alguno se cuela en la cocina… Es también el momento de buscar su foto y coger los babys de las perchas, sólo algunos mayores saben abrocharse. Cada uno se sienta en su silla, la mayoría elige un cuento que mirará tranquilo, o se cuenta algo entre todos…; los pequeños hacen ruido con las piezas para torres. Las terapeutas tienen que hacer una cadena para subir las bandejas de comida por la escalera y Jorge aprovechará siempre ese momento en el que los adultos están ocupados para intentar coger el tren giratorio. Una vez que las bandejas están, los mayores quitan la tapa y empiezan a comer; a los pequeños hay que cortarles la comida y ponerles el plato en la mesa: alguno puré, pero la mayoría esos sólidos que tanto les cuesta masticar. Los pocos que comen bien, miran con extrañeza que haya que insistirle a Alicia para que se lleve la cuchara a la boca y que se aplauda tanto porque traga sin vomitar; ahora es ella la que parece desconcertada: antes comer le era claramente desagradable, ahora no sabe… En la mesa de los más pequeños hay que vigilar que Ignacio intenta comer con las manos; Juan está tan feliz con el menú de hoy que aletea sin parar sus brazos; Jorge mira el techo sin responder a las llamadas para abrir la boca, en casa su madre sólo puede darle biberones…

El salir de nuevo a jugar un rato a la terraza es el premio por acabar pronto de comer. Salen contentos, saben que a esta hora hay más triciclos libres; los tacos (grandes con los que se construyen muros, suelos para hacer equilibrios) se habían convertido hoy en un barco donde la mayoría estuvieron sentados haciendo que se movía; dos niños se sientan igual que hicieron en el rato del recreo… pero parece que ahora faltan pasajeros y no es posible repetir el juego, rápidamente cambian de actividad y cogen los balones para saltar. Pedro intenta abrir el grifo, ahora que parece que no le ven…; Juan, con sus balanceos, mira contento cómo juegan los demás.

Para los más lentos comiendo sólo queda tiempo para lavarles la cara y las manos antes de bajar las escaleras. Los padres esperan junto a la puerta, preguntan por cómo ha transcurrido la mañana, alguno tiene un poco de tiempo para hablar con los terapeutas por algo que le preocupa, pero la mayoría tienen prisa,… les queda un largo recorrido por la ciudad antes de llegar al colegio.

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