Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente

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La simbolización y el proceso psicodiagnóstico: apuntes para un seminario

PDF: puertas-simbolizacion-proceso-psicodiagnostico.pdf | Revista: 25 | Año: 1998

6. ESPACIO DE LA PERCEPCION

El acceso al espacio de la percepción lleva consigo que el sujeto pueda localizar al otro con respecto a él. Esto funda la reversibilidad de las relaciones espaciales porque permite al niño dominar el espacio en lugar de ser dominado por él. Estamos en el espacio Euclidiano logrado en la adquisición de una separación-individuación exitosa sin secuelas simbióticas.

Hemos definido hasta ahora tres formas espaciales que conviven, a saber dos formas de espacio imaginario y el espacio de la percepción. Pero hay una cuarta forma y es el espacio de la realidad tratado como formando parte de lo imaginario. Es decir, que una vez que el sujeto ha admitido la existencia de lo real, hay una parte de él que lo vive como ajeno a su mundo interno, pero hay otra parte de él que no renuncia a considerarlo como un caso particular de lo imaginario, es el espacio del deseo, calcado de lo real, pero vivido como susceptible al control subjetivo, ya que en el inconsciente la realidad se trata como capaz de ser manejado y poseído. En el juego de la bobina del nieto de Freud, éste por un lado admite la ausencia de la madre pero por otro, al equiparar la bobina a la madre, maneja esa realidad “a su antojo”. Ese espacio, calcado de lo real, es tratado por el sujeto como si fuera propio.

R = Espacio de la percepción en 3 dimensiones.
C = Cuerpo.
R’ = Espacio potencial.
I’ = Imaginario 3 dimensiones.
I = Imaginario 2 dimensiones.

Tenemos aquí tres espacios en tres dimensiones que conviven mediatizados por el propio cuerpo. Para entender la constitución de este espacio llamado del deseo hemos de retrotraernos a ese momento en el que la actividad fantasmática autoerótica se utiliza para escapar de las frustraciones de la realidad, se aparta del principio de realidad, y a través del cuerpo se sirve para recrear la realidad según el principio de placer. Esa forma de recrear la realidad es la que constituye ese espacio que parafraseando a Winnicott no es el de dentro ni el de fuera, es un área intermedia en dónde conviven una parte de la realidad y una fantasía omnipotente.

7. EL JUEGO COMO CONCLAVE FANTASMÁTICA

El fantasma

Todas nuestras actividades están coloreadas por nuestros fantasmas. Pero algunas sirven más directamente para la expresión de los fantasmas inconscientes. El juego es una de ellas.

Pero, ¿qué son los fantasmas? y ¿por qué nos interesa llegar a ellos?

Para Freud consisten en un deseo inconsciente trabajado por la capacidad de pensamiento lógico, para darle forma. Quedan subordinados al principio de placer pero están formados por el proceso secundario. Es entonces para él un elemento relativamente tardío que aparece cuando el principio de realidad se ha establecido. Es por esto que en su descripción no se contemplan los fantasmas más primitivos y crudos.

Para Klein no es un fenómeno tardío, ella y Susan Isaacs lo ven como una expresión directa de las pulsiones y elementos pulsionales: “Es la representación psíquica de una pulsión”. Según Klein, desde el inicio de la vida hay un Yo suficiente como para experimentar angustia, para formar una cierta relación de objeto tanto al nivel de realidad como fantasmática, y también para utilizar defensas primitivas. Desde el inicio, y aquí también a diferencia de Freud, los fantasmas tienen un aspecto de realización de deseos y un aspecto defensivo, no se relacionan solamente con la satisfacción alucinada de los deseos libidinales, tienen conexión con la pulsión de muerte, es decir, que pueden ser la escenificación de ansiedades y angustias provenientes de la posición esquizo-paranoide.

Los fantasmas inconscientes pueden ser considerados como determinantes de la estructura de base del psiquismo. Es por ello que constituyen un elemento de diagnóstico de primer orden y el juego, como una vía de acceso importante.

Nos permiten observar qué nivel pulsional está en juego y cómo se expresa, es decir qué nivel de secundarización se ha desarrollado. Son como la puesta en escena de los afectos del sujeto, de lo que le mueve a desear y a odiar.

La personalidad se desarrolla y con ella los fantasmas, éstos están continuamente confrontados a la realidad. La evolución depende de la capacidad progresiva de renunciar a la omnipotencia primitiva a través de la prueba de realidad, esto lleva a una percepción cada vez más realista de ubicarse en el mundo. Los fantasmas pues nos descubren el nivel de evolución adquirida por el individuo.

El juego

Con el juego el niño a la vez explora la realidad y la intenta manejar, es una forma de elaborar los fantasmas de omnipotencia confrontándolos a la realidad. Con el juego aprende el niño a diferenciar lo real de lo imaginario.

La capacidad de jugar libremente depende del potencial simbólico. El juego tiene raíces comunes con el sueño de la noche… jugar como soñar es una forma de elaborar fantasías inconscientes así como de resolver conflictos inconscientes, pero a diferencia del sueño, que está escindido de la realidad, el juego establece un importante vínculo con ésta. Un vínculo por lo tanto entre lo simbólico y lo real.

El juego se desarrolla en ese espacio del deseo que decíamos antes, en dónde el sujeto hace de la realidad algo familiar. Es dónde se une lo interno y lo externo, conviviendo ambos aspectos.

El juego como fenómeno transicional

A Winnicott le interesa el juego como actividad psíquica más que su contenido, ampliamente explorado por M. Klein. El ubica el juego dentro de los llamados “fenómenos transicionales”. Dice así: “El juego tiene un lugar y un espacio propio… no está ni dentro ni fuera… es decir, no es una parte repudiada del mundo…, el no-Yo, lo que el individuo ha decidido reconocer… como verdaderamente exterior, fuera del alcance del dominio mágico. Para dominar lo que está afuera es preciso hacer cosas, no solo pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo. Jugar es hacer”.

Para Winnicott el juego se sitúa en el momento de “repudio del objeto”, veamos esto:

  1. En la primera fase sujeto y objeto se confunden, es la fase madre-bebé. La visión del bebé de su madre es subjetiva y la madre trata de que el niño lo crea. Ella tiene que estar disponible para que el niño la encuentre allí dónde espera encontrarla.
  2. Creemos que es en el tránsito hacia la fase madre y bebé que el objeto según Winnicott es repudiado, reaceptado y percibido objetivamente. La madre tiene que jugar en este momento el rol de ser encontrada para que el bebé apuntale la experiencia de control mágico, es decir para que no se desilusione repentinamente. La alteridad no puede ser presentada bruscamente. El sujeto tiene que recrear con la ayuda de la madre una experiencia de omnipotencia. Esto es fundamental para constituir una capacidad lúdica y creativa. Es aquí donde comienza el juego. Se establece un juego entre la realidad psíquica personal y la experiencia de control de los objetos reales (recordemos que el sujeto trata el espacio real como si formara parte de lo imaginario, el sujeto trata omnipotentemente el espacio real).
  3. La siguiente fase es estar solo en presencia de alguien. El niño juega a sabiendas de que el objeto está disponible y que aunque se le olvide va a estar ahí.
  4. Aquí aparece el juego con valor comunicacional ya que se desarrolla el poder compartir dos áreas de juego: el de la madre y el del niño. Para Winnicott aquí entraría el psicoanálisis que no es más que una forma muy especializada de juego puesta al servicio de la comunicación consigo mismo y con el otro.

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